Mirada en conjunto
"Nuestra base es la confianza"
Juliana de León y Guillermo Vivot están casados desde hace 20 años y desde hace casi diez trabajan juntos en Sofland, una empresa española que ofrece servicios de software de gestión. En una charla distendida, el matrimonio destacó las ventajas de su modalidad de trabajo.
Juliana de León y Guillermo Vivot cumplieron este año 20 años de casados. Si eso parece ya de por sí un récord en tiempos modernos, hay un dato que le agrega aún más color al aniversario: hace casi diez años que trabajan en la misma empresa.
Aunque reconocen que a veces les cuesta hacer un corte entre la vida familiar y la profesional, los alumni destacan las ventajas de trabajar en conjunto en Sofland, una empresa española que ofrece soluciones de software de gestión ERP a distintas compañías.
“Nos miramos y ya sabemos qué piensa uno, qué piensa el otro, qué creemos que hay que hacer, qué decimos que vamos a hacer y qué vamos a poder lograr”, cuenta Guillermo, contador, y Director General en Sofland desde hace siete años.
Guillermo, de 46 años, trabaja en la empresa desde sus inicios, en 1992, cuando se llamaba CWA y mucho antes de la adquisición del grupo español, en 2006. Por su parte, Juliana, que estudió Ciencias Políticas, estuvo en dos ocasiones en la empresa. Primero en 2004, cuando se incorporó por tres años como Gerente de Relaciones Institucionales, y luego de su paso por Duke Energy, volvió en 2010, cuando ingresó como directora de Marketing y Comunicaciones.
La ejecutiva de 42 años cuenta que si analiza la situación de ambos desde el punto de vista de los asuntos públicos, en la relación laboral ella sería el “monje negro”. “Es aquel que estaba atrás del líder y desde una perspectiva de outsider asesoraba y aconsejaba al otro”, explica.
Con respecto al futuro, el matrimonio (que tiene tres hijas) no lo duda: ambos se ven trabajando juntos. “Me siento cómodo trabajando en un contexto corporativo, pero me gustaría emprender un proyecto junto a Juliana. Veo el futuro como un desafío constante y permanente y lo veo al lado de ella”, afirma Guillermo.
“Es central a la hora de liderar tratar de darles a los demás la posibilidad de desarrollarse en un entorno de autonomía y crecimiento” (Guillermo Vivot)
¿Cómo fue que terminaron trabajando los dos en Sofland?
Guillermo Vivot: La realidad es que Juli trabajaba afuera, en la Cámara de Comercio de Estados Unidos (AmCham) y siempre estuvo por formación muy vinculada a todo lo que es comunicación y contacto con periodistas. En un momento particular de la historia de la compañía se hizo muy necesario hacer acciones de comunicación y acciones con periodistas. La que vio eso fue Juliana y en un casamiento, en una mesa en donde estaban los directores de la compañía ella me avisó que le iba a decir al Director General que se necesitaba una posición con este perfil y que a ella le encantaría sumarse a la compañía. Ahí empezó la historia de trabajar juntos. Lo que tuvo de positivo es que como conversábamos mucho de lo que me pasaba a mí dentro de la empresa, automáticamente Juli fue una más.
-¿Qué ventajas y desventajas pensás que tiene trabajar juntos?
Guillermo: Obviamente hay desventajas al tratar de buscar ese corte entre contexto de trabajo y contexto familiar. A veces llegamos a casa y nos ponemos a hablar de trabajo y las chicas nos miran diciendo “paren de trabajar”. La ventaja es que nos miramos y ya sabemos qué piensa uno, qué piensa el otro, qué creemos que hay que hacer, qué decimos que vamos a hacer y qué vamos a poder lograr. Hay un montón de situaciones en las que el vínculo nos juega muy a favor, son cosas que fluyen naturalmente. Yo creo que dentro de un equipo de dirección uno de los condimentos claves para el buen funcionamiento es la confianza. En ese sentido, tenemos un terreno ganado porque nos elegimos todos los días. Nuestra base es la confianza.
-Juliana, ¿vos qué le ves de positivo al hecho de trabajar juntos?
Juliana de León: A pesar de que los dos trabajamos para Sofland, tenemos tan metidos el sentido de pertenencia que nos levantamos y vamos a trabajar como si la empresa fuese parte nuestra de toda la vida. Hay mucho corazón y pasión metidos y eso está muy bueno. El riesgo, como decía Guillermo, es que a veces en casa seguimos charlando de cuestiones laborales porque son parte de nuestro día a día. En lo que a mí posición respecta, Guillermo es mi jefe pero tiene un sentido de liderazgo de mucha libertad, delega mucha confianza y libertad en todo el equipo de dirección. Disfruto al ver que él está haciendo las cosas de una manera que la gente las acepta, las aprueba o que están conformes en la compañía en que trabajan por las decisiones que él toma. Y trato desde el anonimato de compartirle mi visión de las cosas que veo. Eso hace que el día a día sea muy dinámico.
-¿Cuánta gente trabaja en Sofland?
Guillermo: Somos un grupo español, con la casa matriz en Madrid y filiales en distintos países de Latinoamérica, de México para abajo. En el grupo somos alrededor de 600 personas, en la Argentina somos 77 personas, en un plan de expansión. Hace varios años que el equipo va creciendo.
-¿Qué es lo que priorizás como líder de un equipo tan grande?
Guillermo: En la escala que tiene hoy la compañía, la cercanía me parece fundamental. Trato de involucrarme en lo que cada uno está haciendo y entender su contexto. Me parece que como líder, lo importante es, en algunas cuestiones sensibles al negocio, marcar el camino, dar el ejemplo, ser consecuente entre lo que uno dice y hace. Hay momentos en los que hay que llevar tranquilidad y templanza, hay momentos en los que hay que acelerar la organización y pedir adrenalina y me parece que eso es central. Hay que trabajar sobre la confianza, la cercanía, sobre el respeto por el otro y mostrar el camino. Como me describía Juliana en el estilo de liderazgo, es central a la hora de liderar tratar de darles a los demás la posibilidad de desarrollarse en un entorno de autonomía y crecimiento.
-¿Qué desafíos tuviste que enfrentar en estos años?
Guillermo: La verdad es que desde 2009 en adelante yo me propuse como Director General de la compañía tratar de transformar el ADN de la empresa y pasar de ser una empresa producto céntrica, donde todos los esfuerzos, objetivos y proyectos están alrededor de un producto tangible -en este caso un software de gestión-, a una compañía cliente-céntrica. Poner en el centro de nuestro ser y razón al cliente y a partir de ahí dimensionar la compañía, armar los proyectos y equipos para atender a los clientes. Con un foco importante en tratar de potenciar comercialmente a la compañía. Ahí se suma Juliana, desde el punto de vista del marketing. Fue un gran desafío y me costó porque la evolución del área comercial implicaba realizar cambios en un área que había trabajado conmigo como par durante muchos años.
-¿Qué aprendiste de esa experiencia?
Guillermo: Aprendí que por más que uno no quiera que ciertas decisiones te atraviesen te terminan afectando. No importa el nivel. Creo que el líder de hoy cuando está cerca de sus equipos y su gente termina sufriendo. Si bien el fin es potenciar la compañía y llegar a un mejor destino, en el camino se toman decisiones que son dolorosas. Aprendí que hay que buscar el momento, el tiempo y las formas, que son muy importantes en lo que hacemos, y hay que avanzar.
-En tu caso, Juliana, luego de estar ocho años en la AmCham ¿cómo fue tu incorporación a Sofland y qué desafíos tuviste que enfrentar?
Tanto cuando entré la primera vez a Sofland como cuando volví, me tocó generar en las dos oportunidades un área nueva. Y eso a mí que soy inquieta me parecía sumamente divertido. Y me tocaron dos momentos de compañía diferentes. Mi primer ingreso era en la época en que la compañía era nacional y hasta ese momento había estado en el anonimato total. Era básicamente una software factory que tenía otra empresa que comercializaba los productos con exclusividad y la que le había puesto la marca al producto. En un momento se decidió que esa empresa comercializadora iba a dejar de vender el producto de CWA, pero iba a mantener la marca en el mercado e iba a vender otro ERP, con lo cual se iba a genera una confusión en el mercado tremendo. Había entonces que transmitir tranquilad a los clientes y había un montón de cuestiones de comunicación que eran desafiantes. Pero fue una experiencia muy buena, porque quien estaba en ese momento a cargo depositó un montón de confianza en mí trabajo. La verdad es que yo en esa instancia me fui conforme con lo que se había hecho. Y la segunda instancia, que fue cuando Guillermo me invitó a volver a sumarme, el desafío era enorme porque de alguna manera las expectativas estaban puestas en fines más comerciales. Y la verdad es que yo no era una profesional del Marketing, no conocía las técnicas y herramientas, pero me comprometí a dar lo mejor que podía. Resultó ser una muy buena experiencia y desde el 2009 la compañía no ha hecho más que crecer en ese aspecto.
“Creo que dentro de un equipo de dirección uno de los condimentos claves para el buen funcionamiento es la confianza En la relación laboral soy como el monje negro, que es aquel que estaba atrás del líder y desde una perspectiva de outsider asesoraba y aconsejaba al otro.” (Juliana de León)
-¿Qué planes tienen para el futuro?
Juliana: Es un tema complicado, la verdad es que cuando pienso en eso, me tiembla todo porque son muchos años trabajando juntos. Yo me defino como una persona más bien corporativa que emprendedora. Tengo mucho espíritu emprendedor, pero dentro de un esquema corporativo. Me cuesta pensar en encarar un proyecto personal, no me veo pero quizás debería verme en un mediano plazo.
Guillermo: Yo creo que soy más emprendedor que ella. Me siento cómodo trabajando en un contexto corporativo, pero por historia, por haber participado en la construcción de CWA, me encantaría repetir la historia y volver a construir de la nada una compañía nueva. Me veo emprendiendo con Juliana. Habiendo tenido la experiencia, hay una parte del camino que ya la tenemos allanada. También soy consciente de que hay un momento para cada cosa, a nivel profesional y personal. Pero veo el futuro como un desafío constante y permanente y lo veo al lado de ella.
Dos experiencias diferentes en el IAE
Además de estar casados hace 20 años y trabajar juntos en Sofland, Guillermo Vivot y Juliana de León son alumni del IAE. Guillermo, Director General de la empresa de software, hizo el PDD en 2001 y describe la experiencia en el IAE como “alucinante”. “En ese momento todavía éramos una compañía nacional y lo que rescato es que me enseñaron un método, una forma de entrarle a los problemas de distintos ángulos para tratar de encontrar distintos caminos de solución”, cuenta. Por otro lado, el alumni sostiene que en el IAE cosechó un excelente grupo de amigos con los que se ve cada vez que coinciden en Buenos Aires porque muchos viven fuera.
“Yo cada vez que voy al IAE me siento como en casa. Me siento muy cómoda, me gusta la forma de pensar, de transmitir las ideas”, dice por, su parte, Juliana. Agrega que realizar el PDD le hizo revivir y estar en contacto con su parte académica que siempre le gustó. “A nivel humano, el networking fue excelente. Siempre recomiendo el PDD porque los dos tuvimos experiencias muy buenas”, añade.