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“La biología sintética va a cambiar la vida de todos”

Publicado Sunday 2 de April de 2017

“La biología sintética va a cambiar la vida de todos”

“La biología sintética va a cambiar la vida de todos”

Fernando Gallegos Sola, director senior para América Latina en Intrexon, explica por qué la biotecnología será cada vez más imprescindible.
“La biotecnología, que ya está presente en nuestras vidas, se va a desarrollar en forma acelerada en los próximos años”, afirma entusiasmado Fernando Gallegos Sola, que trabaja desde hace unos meses en Intrexon, una empresa de biología sintética. Gallegos Sola, tecnólogo en alimentos de 46 años, explica que las innovaciones biotecnológicas se van a multiplicar porque se necesita que se produzcan muchos más bienes y servicios para soportar la cantidad de gente que vivirá en el planeta, y muchas de las tecnologías convencionales simplemente no son sustentables ni hacen un uso eficiente de los recursos. “Para el 2050 va a haber nueve mil millones de personas, dos mil millones más de las que hay ahora y ya no hay mucha más tierra ni agua fresca disponible que pueda dedicarse a la agricultura. Tenemos que poder alimentar a todo el planeta usando menos tierra, menos agua, menos fertilizante y menos pesticida si no queremos continuar destruyendo el planeta de una manera progresiva e irreversible”, argumenta el alumni. El ejecutivo sostiene que la respuesta está en el uso inteligente de la tecnología sustentable. “Hoy ya se han desarrollado semillas que toleran cambios climáticos como sequía, inundaciones, y se puede también generar combustibles a partir de microalgas”, ejemplifica. Gallegos Sola es Director Senior en el área de alimentos para América Latina en Intrexon, una compañía de origen norteamericano que tiene unos 800 empleados y está creciendo fuertemente es distintas partes del mundo. Por ahora, en América Latina solo está presente en Brasil, pero están en proceso de abrir una subsidiaria en la Argentina. Su función es encontrar socios estratégicos que puedan beneficiarse con la incorporación de las distintas tecnologías que tiene la empresa y también co-crear con ellos las innovaciones necesarias para solucionar problemas concretos. Aunque su foco es el área de alimentos, también está incursionando en la industria farmacéutica y el área salud. La biotecnología no es algo nuevo para el alumni, que trabajó durante 15 años en la compañía francesa BioMérieux, líder en microbiología, y luego en Thermo Fisher Scientific. En la empresa norteamericana que provee soluciones para biotecnología se desempeñó como desarrollador de negocios en Agrigenomics para América Latina. Sin embargo, sostiene que todavía tiene mucho por aprender. “Por suerte Intrexon es bastante dinámica y hay proyectos nuevos todo el tiempo”, agrega. -¿Cuáles son tus desafíos en Intrexon? Me invitaron para liderar en América Latina el segmento de alimentos, pero también me están invitando a hacer colaboraciones en otros segmentos de la empresa. Intrexon es una empresa de biología sintética. Una analogía posible es la computación que gira en torno al desarrollo de software. Según lo que vos querés obtener, escribís el código de software, lo entregas a un ordenador y este produce el resultado deseado. De la misma manera funciona la biología sintética. Decidís qué es lo que querés obtener, escribís o modificas el código genético de un organismo existente, que luego va a producir el compuesto o función que buscabas. Se puede por ejemplo reducir drásticamente la transmisión de enfermedades como el dengue y zika, modificando el insecto vector (por ejemplo el mosquito aedes aegypti), para que él mismo se autolimite. En algunas ciudades de Brasil ya se está usando esta tecnología y los casos de dengue bajaron más del 90%. Esta solución de insecto auto limitante la estamos también desarrollando para protección de cultivos, los cuales pueden sufrir pérdidas del 20 al 30% por causa de pestes agrícolas. Intrexon también acaba de cosechar en Canadá por primera vez manzanas que no se oxidan al cortarlas, no se ponen marrones y conservan las condiciones de una manzana fresca por más tiempo. En el área de genética y clonado animal también somos líderes en Estados Unidos y queremos expandirnos en América Latina.
“Tenemos que poder alimentar a todo el planeta usando menos tierra, menos agua, menos fertilizante y menos pesticida”
-¿Cuál es la misión de Intrexon? Intrexon es hoy un conglomerado de startups biotecnológicas que está ayudando a resolver desafíos urgentes que existen en los diversos sectores en donde actúa: salud, alimentos, medio ambiente, energía y bienes de consumo. Queremos ser la mejor empresa del mundo en el manejo de código genético. Nosotros no vendemos un producto terminado, sino que hacemos acuerdos exclusivos de desarrollo o transferencia de tecnología para que nuestros socios las implementen en rutina. -¿Cómo te metiste en el mundo de la biotecnología? A los 17 años no tenía mucha idea para donde quería ir y me ayudó mucho un test vocacional, donde descubrí que la biología era algo que me apasionaba y me sigue apasionando hasta el día de hoy, en particular la genética. Yo quería estudiar genética, pero estamos hablando de 1987 y no había una opción de carrera en Buenos Aires: la única opción era ir a Misiones y estudiar allá. Mi familia no podía bancar eso y entonces terminé entrando en la UBA para estudiar biología. Justo antes de empezar la carrera, un amigo de la familia comentó sobre una carrera nueva que daban en UADE en la que conocía a algunos profesores. Así fue que descubrí la carrera de Tecnología de los Alimentos que tiene mucha base de biología, de química y física. -¿Cuál fue tu primer trabajo? Mientras estaba estudiando empecé a trabajar en Nestlé. Primero entré en control de calidad, pero en la parte documental, de normas alimentarias. Luego tuve una oportunidad de trabajar en el laboratorio de microbiología de una compañía farmacéutica que se llamaba Elvetium y que hoy es parte del grupo Teva, líder en genéricos. Cuando me recibí hice un parate en el trabajo y me fui de viaje a Europa de mochilero, que me sirvió un montón para crecer personalmente, dominar idiomas y, un año y medio después, empecé a trabajar en Molinos Río de la Plata, en control de calidad, en la planta de Tres Cruces. Después trabajé en Culligan.
“Poder abrazar otra cultura te obliga a conocerte mejor”
-¿Por qué cambiaste de rumbo hacia el área comercial? Un día vino un colega de la universidad a venderme productos para microbiología. La verdad me sorprendió mucho y me pareció una vuelta de tuerca interesante. Podía usar lo que sabía, pero aplicado a la comercialización y traer así tecnología al país. Entonces me pico el bicho de la parte comercial y apareció la oportunidad de trabajar en Biomerieux, que se estaba instalando en el país. Me eligieron para iniciar desde cero la unidad de negocios industrial en la Argentina, que fue un shock muy fuerte en mi carrera porque pasé del otro lado del mostrador. Me gustó mucho. Años después la compañía me promueve ofreciéndome ir a vivir a México. Era el mismo negocio, pero un mercado cinco veces más grande, más complejo y más competitivo. Un desafío que acepto entonces con mi novia y hoy mi esposa. Estuvimos cinco años allá. En ese momento nació mi primera hija, Martina, y ya cuando tenía dos años quisimos volver por una cuestión familiar. La empresa me ofrece un puesto en Buenos Aires para trabajar para toda América Latina el mercado farmacéutico, y luego me incorporaron distintas responsabilidades. -¿En ese momento hiciste el EMBA? ¿Por qué? A nivel empresa me estaba yendo muy bien, pero a nivel formativo no había hecho mucho más. Había hecho un posgrado en Marketing y otro de Management antes de irme a México, pero tenía el chip de hacer alguna maestría. Me decidí e hice el EMBA en 2011 y 2012. Fue un buen complemento para elevar mi nivel de conocimiento. El tema es que la hice de grande, a los 41 años, y ya había pasado por distintos procesos como vivir afuera y manejar grupos de gente. Creo que es ideal hacerla entre los 30 y 34 años, pero igualmente me sirvió mucho e hizo mi carrera más atractiva. Me acuerdo que cuando estaba terminado la maestría, a fines de noviembre, me invitan de la empresa que en ese entonces era Life Technologies, hoy Thermo Fisher Scientific, para tomar una posición regional para desarrollar el negocio de seguridad de alimentos, que era un poco mi zona de confort y también sumar una parte nueva para mí que era el área de salud animal de animales de producción de carne (bovinos, porcinos, aves, acuacultura). Después de 15 años de compañía y un poco con la cabeza lavada por el EMBA me animé y tomé el riesgo. Era una empresa pionera en el diagnóstico genético: fue un salto de calidad. Luego mi jefe se fue a Intrexon, cuando la compró Thermo Fisher Scientific hace un año y medio, y hace unos meses me invitó a sumarme al equipo. Intrexon es una empresa mucho más pequeña, pero más innovadora de cara a la lucha del futuro y realmente estoy muy contento y muy movilizado por un mundo de cosas nuevas que van a cambiar la vida de todos en muy poco tiempo. -¿Cómo te ves en un futuro? ¿Qué metas pensás que te faltan cumplir? Primero, aprendiendo. Tengo mucha sed de aprender cosas nuevas todo el tiempo. No me gusta estar mucho tiempo en el mismo lugar haciendo lo mismo. Intrexon es bastante dinámica y hay proyectos nuevos todo el tiempo. Me veo con un poco más de exposición que antes, con el desafío de implementar estas nuevas tecnologías en América Latina, algunas de ellas que todavía no existen. Por otro lado, soy padre de tres hijos, y trato de mantener un buen equilibrio entre el trabajo y la familia, sin duda esto último es lo más importante aunque parezca una frase hecha: es el motor que me empuja a seguir progresando.
“La familia es el motor que me empuja a seguir progresando”
-Si les tuvieras que darles consejos a otros alumni para desarrollar su carrera profesional, ¿qué les dirías? A mí me sirvió mucho el hecho de planear distintos escenarios, de tener un plan de mejora en donde estaba y otro a más largo plazo mirando al mercado. Estés haciendo lo que estés haciendo, tené un plan para crecer, aunque sea una industria mala y te lleves mal con tu jefe siempre van a haber oportunidades para crecer, adentro o afuera. Por lo general hay tres horizontes en la vida de un profesional empleado: el desarrollo en el empleo actual; hacerte más empleable para otro mercado que te interesa; y el tercero sería el cuentapropismo, tener la puerta abierta para tener un emprendimiento propio, ya sea consultoría o fabricar un producto, aunque no tenga que ver con lo que estudiaste. La idea es no quedarte anclado en una sola realidad.
Expatriación y flexibilización
Fernando Gallegos Sola cree que la expatriación, aunque al principio no es fácil, es muy buena para el crecimiento profesional y la vida en general. “Poder abrazar otra cultura te obliga a conocerte mejor, conocer de dónde venís, qué cosas te pasan y entender también qué cosas le pasan a otras sociedades”, sostiene el ejecutivo que vivió en México durante cinco años con su familia. Según el alumni, que es Director Senior para América Latina en Intrexon, es importante tener una actitud flexible para ponerte en el lugar del otro y entender cómo funciona el país sin perder la propia esencia.