Protagonistas de la Argentina que queremos
El encuentro anual de Alumni mostró una cara renovada y abrió con un panel dedicado a los empresarios que apuestan por la Argentina
En un clima de enorme expectativa, el encuentro anual de Alumni mostró una cara totalmente renovada en 2017. Ante la atenta mirada del público que se congregó en el campus, el decano del IAE, Rodolfo Q. Rivarola, explicó las razones del cambio radical de este año.

“Hace un año les hablé de dos cosas que me preocupaban. La primera tenía que ver con algún comentario de algún periodista que decía que en el IAE había olor a naftalina. Creo que nos hemos ocupado bastante de que, al menos, haya otro tipo de olor”, empezó.
“El segundo tema es la distancia. Nos comprometimos hace un año a que éste día lo armaran ustedes. Y la verdad es que para mi, hoy, es un orgullo presentar al equipo de ustedes, de Alumni, que se hicieron cargo de esta propuesta, de esta tarde, de esta gran experiencia hasta que las velas ardan...”, agregó, dando inicio al Summit 2017, donde ex alumnos y profesores se fusionaron con grandes exponentes del mundo empresario.
Esta vez, la consigna era “La Argentina que queremos construir, vos sos el protagonista”. Además de profesionales que disertaron en ocho paneles, concurrieron 650 ex alumnos del IAE que, un rato antes, habían participado de un almuerzo al aire libre en el campus de la universidad.

Después de Rivarola, tomó la palabra el presidente de Alumni, Renato Falbo. “Estamos acá, hoy, porque creemos en una Argentina diferente”, dijo. “Queremos desde el IAE y desde Alumni aportar otra mirada. Nosotros vemos a la Argentina como una tierra de oportunidades. Creemos que, el conocimiento y la educación nos van a llevar a donde queremos ir (...) creemos que esta nueva Argentina tiene un futuro maravilloso“, señaló desde el escenario iluminado, con un público que lo miraba expectante desde un auditorio oscuro y escalonado.
Guillermo D´Andrea, director académico de Alumni, divertido, lanzó: “Este año innovamos, hicimos una fuerte inversión en perfumería para sacar el olor a naftalina. Y además, otras cosas...”.
“Los que venimos acá, ¿qué más podemos hacer por un país que está con dificultades? Podemos seguir esperando que venga uno y nos salve. Pero hace 200 años que venimos probando con líderes iluminados y con la iluminación no nos ha ido demasiado bien salvo en algún período interesante”. Y redobló: “¿Vamos a esperar a ver qué pasa en octubre? ¿Vamos a seguir esperando? ¿O vamos a apostar nosotros? Como hemos apostado prácticamente todos los que estamos sentados acá”. Las inquietantes palabras con las que D´Andrea dio por inaugurado el Summit fueron fuente de motivación para muchos. No solo para los Alumni, sino también para quienes dieron cátedra ese día mediante paneles.
Empresarios argentinos que apuestan por Argentina
El panel que dio inicio al Summit, “Empresarios argentinos que apuestan por la Argentina”, fue un repaso de valores y anécdotas. Alfredo Poli, director de Pluspetrol, Gustavo Domínguez, CEO para Sudamérica y mentor del Grupo Campari, y Alejandro Ripani, dueño, CEO y factotum de Tía Maruca, explicaron a la audiencia en breves pero eficientes palabras por qué apostaron al país y cómo pudieron avanzar con convicción, trabajo en equipo y esfuerzo a pesar de las diferentes trabas impuestas por los distintos gobiernos de turno y la imprevisibilidad del país.
Poli contó que se recibió de ingeniero en la UBA, que hizo un posgrado en el exterior y que trabajaba en California cuando decidió volver a la Argentina para incorporarse a Pluspetrol. En ese entonces, “Pluspetrol era una Pyme petrolera... de las petroleras privadas más chicas”, dijo. “La compañía de ese año facturó menos de cien millones de dólares totales, ¡una migaja! Con la filosofía de reinversión y de red de trabajo con esfuerzo y creatividad y de no competir con billetera, la compañía creció. Hoy lleva 40 años. Yo me incorporé cuando iban 15”, sostuvo el ingeniero. Actualmente, hace cinco años que Poli no mantiene funciones ejecutivas en la empresa; sin embargo, admitió: “Pluspetrol me lleva el 90% de mi tiempo”.

“La compañía ha tenido muchas oportunidades de ser vendida, o mejor dicho, comprada. Pero hubo compromiso de continuidad y de compromiso con la industria y el país. Está a la vista”’, concluyó.
“Cuando me invitaron y debía contestar ¿Por qué apostar por la Argentina? La verdad es que no me era fácil la respuesta”, dijo Ripani, de la marca de galletitas Tía Maruca. Pero, finalmente, dio una nueva perspectiva sobre cómo abordar -como empresarios- la situación siempre cambiante e imprevisible de la República, al arrojar: “Yo tenía la determinación clara de que quería hacer algo exitoso. Busqué y me caí varias veces. Y una vez que lo encontré justamente lo encontré en un momento de crisis. Yo escuchaba que Guillermo D’Andrea decía que la Argentina está en un momento difícil... Y lo aprendí acá Guille, ¿eh?... Todo depende. Todo depende de dónde lo miremos”.
Ripani explicó que encontró “las mejores oportunidades en momentos de crisis”, y que, de hecho, Tía Maruca nació en uno de ellos. “El hacer me ocupaba todo mi ser, y hacía, hacía. Y en 2001 casi quiebro, entonces me día cuenta que solo el hacer no era suficiente sino que tenía que hacer algo más. Entonces me vine acá (al IAE) y tomé un programa de pequeña y mediana empresa”. Allí, relató, tomó las herramientas que le servían porque “no tenía idea de cómo manejar una empresa.”

“Cuando empecé a hacer bien las cosas la empresa cada vez iba más grande. Ahí me empecé a dar cuenta de que era responsable. Responsable de hacer bien mi trabajo, de estar obligado a generar riqueza sin importar el momento de la Argentina ni el contexto de la Argentina. Mi obligación y mi responsabilidad era que la empresa fuera rentable todos los meses para poder pagar todos los compromisos y todos los años tener un resultado positivo”. Hoy, en Tía Maruca, son responsables de 800 personas.
“Las oportunidades hay que salir a buscarlas. No es estar en el momento y lugar adecuado. No es porque estuviste, no es el momento, es tu trayectoria la que hizo que vos estuvieses en ese momento”, concluyó.
El CEO del Grupo Campari para Sudamérica, Gustavo Domínguez, explicó que trabajaba en una compañía de bebidas alcohólicas como director para Sudamérica y que, un día, decidió hacer un cambio importante: no subir más a un avión.
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“No existían los beneficios que existen hoy con el tema de la comunicación y me la pasaba viajando”, explicó. Entonces, contó una anécdota sobre la época en que su hija más chica, hoy de 26 años, iba al jardín de infantes. En ese momento, su mujer le contó entre risas que cuando le preguntaron a la pequeña dónde vivía su papá señaló que vivía en un avión. “Fue un poco shockeante cuando mi mujer me lo contó. Y aunque me lo contó como un chiste, yo, en el fondo, me lo tomé como algo dramático”.
Al tiempo, en 1999, abandonó la rutina y se fue a vivir a Cariló, partido de Pinamar. “Abandoné todo y dije: me voy a tomar unos años sabáticos. Y me fui a Cariló. Me fui con mi mujer, mis tres hijos, mis tres perros, el loro y el canario”.
Allí, abrió dos vinotecas y le fue “muy bien”. “Estuve cuatro años sin cortarme el pelo, me día todos los gustos que no me podía dar antes”, contó, y despertó la risa del auditorio que seguía con entusiasmo su historia de vida.
“Pero después me día cuenta que la plata no me alcanzaba, que no había elegido bien y que en el fondo no era lo que yo sabía hacer. Y volví a trabajar en el año 2002, con la crisis, a otra compañía alcohólica muy grande…”. A los cuatro años, la empresa se vendió y Domínguez se quedó sin trabajo.
Entonces, alquiló junto a otros socios una planta en Capilla del Señor con algunas marcas que les dieron la posibilidad de producir, “fundamentalmente Bols y Teacher´s”, remarcó. “Y arrancamos una compañía con 45 empleados que habían sido despedidos también”.
“Nos fue muy bien, construimos la planta que reacondicionamos con 12 mil metros cuadrados. La compañía empezó a crecer, las marcas crecieron rápidamente pero nuestro talón de Aquiles era el financiero (...) Con dos millones de dólares de capital, en una primera etapa en un período muy corto de dos años habíamos creado activos por 15 millones de dólares. Esto nos generaba un buen rendimiento pero cuando ibas abajo de todo era muy complicado”.

Después de tres años, Campari les ofreció asociarse a la empresa. La condición era mantener a todo el equipo de trabajo ya que la marca no tenía estructura en la Argentina. Primero les vendieron el 70% de la compañía a Campari y luego el 100% y se quedaron trabajando allí.
“Pasamos de ser el país número 37 en venta al mundo de Campari al número 2”, dijo, y despertó un “¡oh!” en el público. “En Sky, pasamos de ser el número 79 al número 3. Lo que es más importante de todo es que la marca está muy sana y el mercado se ha revitalizado en la Argentina...”
Para concluir, expresó algunas frases inspiradoras para que quienes emprendan no se den por vencidos: “La Argentina siempre te da oportunidades (...) No significa que con la voluntad te va a ir bien, esto también es real. No podés cambiar las circunstancias del mercado, las tenés que utilizar, si el mercado está cerrado, desarrollá los productos internos, si está abierto, competí de otra manera. Si cuando abrieron el mercado vos ya sos sólido tenés una posición que te favorece el desarrollo futuro”.
También, aconsejó rodearse de gente más inteligente que uno y que no piense de la misma manera. “Si uno camina solo va más rápido, pero si uno camina acompañado va más lejos. Ese es el secreto de la vida, tratar de que lleguemos todos y no de manera individual”, concluyó, entre aplausos del público.