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Clarín

Claves para crecer y salir de la crisis

Lo más importante es lograr acuerdos básicos entre los dos agrupamientos partidarios, hoy enfrentados por “la grieta”.
Publicado Monday 4 de October de 2021

En el último medio siglo, nuestro país ha sido uno de los de peor desempeño económico y social, sólo mejor que el de naciones muy pobres o en guerra civil. A lo largo de estas décadas nos fuimos convirtiendo en el país (comparable) más bimonetario del mundo, una dificultad seria para estabilizar la moneda, blanquear la economía y conseguir financiamiento. La contracara fue derrotar todos los planes de estabilización, fueran débiles o sólidos.

Sólo es posible salir de esta situación recurriendo a procedimientos infrecuentes entre nosotros. El más importante es lograr acuerdos básicos entre los dos agrupamientos partidarios, hoy enfrentados por “la grieta”.

Así lo hicieron países con problemas similares o peores que los nuestros, como España en los setenta (Pactos de La Moncloa), Israel en los ‘80, Chile en los ‘90 (a la salida de la dictadura de Pinochet) y Sudáfrica, el más complejo, en los 2000. Hay que partir de “lo que nos une, no de lo que nos separa” (Juan XXIII). Y creo que lo que más nos puede y debe unir a los argentinos es abatir duraderamente la pobreza. No es poco como punto de partida.

¿Hacia qué temas podrían extenderse los acuerdos? Primero y fundamental al rumbo del país, optando por un capitalismo mixto, en el que, hasta cierto punto, pueden discutirse las “dosis” de Estado, siempre que sean compatibles con la estabilización, una solvencia fiscal duradera y una inversión privada sólida y transparente.

Un plan estratégico ayudaría en tal sentido y los acuerdos deben anunciarse juntos, en un shock, como hace poco sugería en este diario la colega Silvana Terneyro. Ayudaría que ese shock contenga algunos principios de ejecución, por ejemplo, anuncios de fechas y montos de subastas de rebajas impositivas contra compromisos de inversión - la situación fiscal dificulta rebajas generalizadas- o mostrar avances en acuerdos comerciales externos, muy debilitados en la Argentina de hoy.

El shock de los acuerdos sobre el rumbo apunta a reemplazar las densas expectativas negativas por positivas, tales como estabilización de precios –gradual o no- en vez de inflación creciente; resultado fiscal que no aumente la deuda pública versus déficit crónico; desarrollo sostenido en vez de volatilidad y retraso; inversión privada creciente en lugar de declinante e impuestos estables y progresivos, que no impidan o dificulten seriamente la producción y la inversión.

En estas condiciones, la Argentina puede aumentar sostenidamente la productividad por persona ocupada, crucial para crecer y el crecimiento del PIB puede alcanzar records por varios años, condición muy favorable para la erradicación de la pobreza en poco tiempo. Sí, es posible otra Argentina.
Los acuerdos también deberían contener una inclusión centrada en la educación y la formación para el trabajo, como núcleo de un fuerte aumento del empleo y, junto a una mejora de la política de nutrición, de la reducción de la pobreza hasta abatirla.

En prieta síntesis, el objetivo del proyecto “Productividad Inclusiva” consiste en aumentar la calidad y cantidad de inversión en capital humano y en capital físico, para crear todo el empleo necesario y así erradicar la pobreza y reducir la desigualdad. Su factibilidad se ha probado en muestreos representativos a empresas, que luego alcanzarán también a trabajadores, sindicatos y población general.

La macro de corto plazo es más compleja que el rumbo, sobre todo por su potencial de generar crisis serias. Sus tres grandes desafíos son la estabilización monetaria, gradual o de shock y, muy vinculados, pero necesariamente graduales, la reducción del déficit fiscal y acuerdos solventes y duraderos sobre la deuda pública. Varias veces en la Argentina, buenos rumbos tuvieron mal final por errores en el manejo del corto plazo y siempre recayendo en la inflación.

Es ilustrativo el evento ocurrido en diciembre de 2017, con efectos negativos duraderos. Por presiones políticas se decidió bajar la tasa de interés, en momentos en que la economía crecía razonablemente y la inflación, si bien estaba cediendo, todavía era del 30% anual. Bien se dice que la política macro de corto plazo tiene mucho más de arte que de ciencia.

Si tienen éxito los acuerdos básicos, aun abarcando pocos, pero cruciales temas como el abatimiento de la pobreza, darían una gran solidez al rumbo y a la macro corta que se eligiera.

Primero, por mostrar que muchos políticos dejan de lado sus pre-juicios recíprocos y se concentran en la lucha contra la pobreza. Segundo, porque, cabe reiterarlo, se daría lugar, durante no menos tres años, a un salto significativo en la inversión y en el crecimiento del PIB. El salto inversor es crucial para compensar una necesaria reducción de la participación del Estado en el PIB que, sin embargo, no implica necesariamente un menor gasto público real, dado el crecimiento de la economía.

Dicho esto, también hay que subrayar que el Estado argentino, en sus tres niveles, debe aumentar mucho su transparencia, con rendición pública de cuentas e informes de resultados, incluyendo su productividad física y su evolución–por ejemplo, la proporción de graduados sobre matriculados en los tres niveles de enseñanza.

¿Otra Argentina? De eso se trata, porque si seguimos como en los últimos cincuenta años, aumentarán la pobreza, la desigualdad, la emigración de argentinos –una sangría- y, probablemente, también el narcotráfico, cuyo crecimiento es notorio .