En la segunda parte del ciclo de mayo, líderes de las principales compañías del sector agrícolas y jóvenes emprendedores aportaron su visión
“Empresas al mundo. Crecimiento, integración y exportación”, fue la consigna en el segundo panel del ciclo de actualidad Agro + Industria: Alimentos argentinos para el mundo. Tres ejecutivos de empresas internacionales se animaron a debatir sobre el futuro del sector agrícola y analizaron por qué la sociedad tiene una visión negativa de la actividad.
“¿Coinciden con esta sensación que hay una mirada negativa al sector y cómo piensan que se puede revertir eso?”, preguntó Ana Galiano, decana de la facultad de Ciencias Sociales Empresariales de Universidad Austral y moderadora del panel.
“La visión de la sociedad crítica sobre el agro no es tanto sobre el impacto económico, sino sobre la contaminación y los agroquímicos. Mis hijas me plantean estas cosas. También está la informalidad en el empleo. Tenemos que hacer una meaculpa en el sector para ver qué estamos haciendo mal y actuar bien para dar el ejemplo. Eso dará una buena imagen para la sociedad”, opinó Gerardo Bartolomé, presidente de Don Mario semillas, una empresa que se fundó en 1982 y desde 2000 se convirtió en multinacional.
Antonio Aracre, director general para Latinoamérica Sur de Syngenta, indicó que “hay que promover un acuerdo nacional para que se regule, ya no en base al criterio de un juez, sino con leyes justas para todos”.
“Hay cosas que definitivamente estamos haciendo mal, tiene que haber un Estado presente, que controle y penalice muy fuerte al que se escapa del cumplimiento de esa ley. No creo en la mano invisible de Adam Smith, creo que los estados están para intervenir. Acá hay ausencia de intervención y de regulaciones. Hay posibilidades de industrializar el mercado de semillas, que generaría industrias que hoy no existen, empleo y recaudación. ¿Cuánto sectores pueden decir acá hay potenciales 1000 millones de dólares en inversiones? No hay voluntad política a intervenir. Por eso necesitamos tener nuestros representantes políticos y eso hoy no pasa, no nos escuchen”, criticó.
Ezequiel Garbers, country manager de Adeco Agro, comentó que hay que terminar con la dicotomía campo o industria. “En verdad los dos contribuyen a crecer en cualquier país. Desde 2012 comenzamos comprando una empresa agropecuaria y empezamos a crecer, al principio más horizontalmente en cantidad de hectáreas y desde 2017, iniciamos una primera integración con arroz. También tenemos presencia en Brasil y allá no existe esta dicotomía que vemos acá”, comparó.
Con respecto a las inversiones, Gerardo Bartolomé contó que Don Mario es una empresa multinacional de origen argentina. “Desde 2015 estamos en Estados Unidos, lo que nos ayudó a profesionalizar y generar más competitividad. El principal desafío del sector es procurar la generación de más alimentos, para generar rentabilidad, pero sobre todo para alimentar a la población”, dijo.
Antonio Aracre señaló que “la lógica empresaria es la de maximizar las ganancias. La Argentina es uno de los pocos países del mundo que regulan situaciones luego de que aparece el problema”.
Finalmente, Ezequiel Garbers contó que Adeco Agro invirtió en startups, en la línea con la innovación, y que parte de su equipo desarrolló algunas herramientas tecnológicas que recopilan información de la agricultura. “La innovación partió de necesidades propias, tal vez este producto que inventaron podamos ponerlo en el mercado en algún momento”, concluyó.
Jóvenes que despiertan al agro
En el último panel de la jornada fue el turno de hablar de los “jóvenes que despiertan al agro: Las diferentes oportunidades de crear valor en el agro argentino”, que estuvo moderado por el periodista Claudio Destefano.
“¿Cómo le agregamos valor al trigo argentino?”, preguntaron Javier Nougues y Agustín Korman, socios fundadores de Bonalma, una marca de pastas. “Nos iniciamos hace unos años sembrado trigo candeal en el sur de Buenos Aires y luego empezamos a exportar pasta seca de calidad. Venimos a contarles que sí se puede, que es real agregarle valor a los productos. Para exportar, hay que unirse, formar un cluster y armar acciones coordinadas, como sucedió con la industria vitivinícola. Una empresa sola no puede encarar este desafío, por eso intentamos armar equipos”, dijeron.
“Valor agregado es transformar la materia prima: el trigo en sémola y la sémola en pasta. A los países les cuesta entender porque no exportamos pastas, si exportamos tanto trigo y tanta harina”, agregaron.
Luego fue el turno de hablar de blockchain. Matías O´Keefe, fundador y CEO de Lyncros, indicó que hace dos años comenzaron a trabajar con Senasa en la digitalización de la certificación fitosanitaria. “Esto nos abrió muchas puertas para trabajar en el agro. Hoy, un productor para financiar sus hectáreas tiene como capital disponible el propio, tiene que endeudarse o vender cheques. El productor mediano tiene problemas para competir con los más grandes en lo que son las economías de escala. No tenemos en el país una manera de canalizar dinero que valora la capacidad productiva”, dijo.
“Por eso entendimos que todos los problemas se solucionan con transparencia, con la confianza de que el productor hará lo que se espera, y para eso desarrollamos una solución que tiene que ver con meternos en el proceso productivo y verificar en el campo que los procesos se aplican. Luego los grabamos en blockchain como una prueba indeleble que le da certeza a todas las partes de que esos eventos están pasando y esto ayuda a atraer inversiones”, agregó.
Finalmente, Matías Sebely contó sobre su proyecto Comida por un dólar, que se inició en Misiones. “Empezamos hace cuatro años, cuando vino un colono de la provincia a visitarme y me dijo que no podía ser que los perros y los chanchos que él tenía coman mejor comida que la gente, porque se los daba a los animales porque no tenía mercado dónde colocar su producción”, dijo.
“Empezamos a ver qué podíamos hacer para darle un valor agregado y al equipo se sumó una ingeniera en alimentos, un ingeniero químico y una nutricionista. Entre todos tuvimos la idea de aplicar la liofilización, que en vez de secar el agua con calor, seca el agua con frío y vacío. Tenemos un producto que puede durar hasta 20 años, hacemos un stock de comida para que no se pudra y no se tire. Tenemos 14 familias productoras que nos abastecen. Nuestro objetivo es combatir el hambre en el mundo”, concluyó.