De director de cine a administrar las finanzas de la Concacaf

Publicado Wednesday 15 de July de 2020

Alejandro Lesende, EMBA 2004, es Chief Financial and Administration Officer en Concacaf

Alejandro Lesende, EMBA 2004, tiene una historia de película, que ni él imaginó cuando estudió cine apenas recibido del secundario. El destino lo llevó luego a entrar a la facultad de Ciencias Económicas, donde estudió contador para acompañar a un amigo. Y lo que comenzó como un inicio menor en Unilever, lo llevó 13 años después a vivir en Estados Unidos. Hizo experiencia también en Avon y en The Clorox Company, y hoy lidera los procesos de Finanzas, Marketing, Information Technology, Eventos y Administración de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf).

A fines de 1989, en plena hiperinflación, Alejandro se había ido a vivir solo, mientras estudiaba para ser contador en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Los fines de semana hacía filmaciones sociales en cumpleaños y Bar Mitzvah, ya que había hecho la carrera de cine y tenía conocimientos. Durante el verano, además, administraba boliches. “Esa era mi forma de ayudar a mi mantenimiento. A mi familia no le sobraba un peso”, cuenta.

Gracias a la universidad y al programa de jóvenes profesionales, ingresó en Unilever, donde hizo carrera durante 15 años. “Empecé de súper abajo, analizando overheads, y más avanzado en la carrera hice planeación estratégica, analistas de costos, presupuestos, especializaciones y marketing operations”, cuenta. Así llegó a ser director de Finanzas para todo América Latina, que le demandó mudarse a Santiago de Chile, donde estaban los headquarters para la región. Eso implicaba administrar un negocio de alrededor de US$10.000 millones.

Luego hubo una reestructuración grande de la compañía y fusionaron la región de América del Norte con Latinoamérica, y a Alejandro lo trasladaron a New Jersey, para hacerse cargo del área de Financial Strategic Planning y Marketing Operations. 

“Estuve ahí hasta que en 2010 me fui, luego de que me convocara un Head Hunter para trabajar en Avon. Estaba cómodo en Unilever, había pasado toda mi vida ahí y estaba negociando el próximo paso en la empresa, pero en una de las reuniones que hicimos los exalumnos del IAE en Estados Unidos, uno del grupo me convenció de entrar en el proceso de Avon, y ellos fueron muy seductores con su oferta, así que acepté y nos mudamos con la familia a Miami”, cuenta.

En Avon ingresó como Director Ejecutivo de Finanzas de América Latina en la parte de supplychain. “La empresa tiene una función social muy grande, es como trabajar en una organización sin fines de lucro. Cuando conoces la compañía de adentro e interactúas con las mujeres que trabajan ahí es muy interesante. La empresa le cambia la vida a mucha gente. Tiene una pata social que deja una marca. Era muy gratificante ir a los distintos países y sentarme a escuchar las historias de vida de las mujeres, las cuales muchas habían sufrido violencia de género y ahora eran independientes”, dice.

Alejandro luego pasó al área de estrategia, después de decirle siempre al presidente de la región que la empresa era muy cortoplacista. “Me quejaba mucho de eso y crearon la posición de estratégica y me pusieron a cargo. Así pasamos a trabajar más los planes de largo plazo. Creamos nuevas categorías y nuevos canales, abrimos un store y comenzamos a desarrollar el mundo digital”, recuerda.

Al igual que le había ocurrido en Unilever, Avon pasó luego por una reestructuración a nivel mundial y eliminó los headquarters regionales, lo que implicaba que se tuviera que mudar de Miami a Latinoamérica de nuevo. “Eran muy buenas propuestas, me ofrecían excelentes oportunidades tanto en Finanzas como en Comercial y General Management, pero ya había hecho tres mudanzas internacionales y mis tres hijos estaban más grandes. Además, ya teníamos la green card y estaba la posibilidad de quedarnos”, señala.

Una decisión arriesgada

Sin tener un empleo asegurado, Alejandro renunció a Avon y empezó a buscar trabajo. Mientras tanto hacía algunas tareas para The Clorox, ya que conocía a la empresa de haber hecho algunos proyectos en conjunto. “Como había quedado libre, me ofrecieron que vaya a ayudarlos. Estaban lanzando algunas categorías de beauty, personal care y probióticos en América Latina. Habían hecho algunas adquisiciones en esas categorías y me pidieron que ayude a armar la estrategia de lanzamiento. Estaba contratado, pero no era de planta permanente”, indica.

De repente, le llega una solicitud muy particular, era la Concacaf, que venía de sufrir un crisis muy grande de corrupción, con muchos directivos que terminaron presos en 2015. “En ese entonces, cuando googleo Concacaf, las imágenes que aparecían eran tipos yendo presos y el FBI llevándose las computadoras de la oficina. Me asustó un poco, yo ya tenía una carrera hecha, venía de empresas muy prestigiosas y estaba en la parte final de tres procesos grandes de reclutamiento. Pero tuve una reunión con los nuevos directivos y me contaron que habían hecho una limpieza terrible. Habían creado un comité de reestructuración y de salvataje después de la crisis ética y habían hecho una depuración muy grande”, dice.

“Me di cuenta de que en verdad querían hacer las cosas bien. Como presidente ingresaba Víctor Montagliani, que es un un gran líder y una persona de bien, que venía del mundo de los negocios de Canadá.

Quedé muy gratamente impactado. Le dije que si aceptaba el puesto, no era para decirle todo que sí, sino para decirle mucho que no. Le dije que iba a llevar controles estrictos e iba a implementar una auditoría interna, y le armé un plan de acción. Quería estar seguro que entraba en un ambiente con todos los controles necesarios para evitar los problemas del pasado”, cuenta.

Alejandro ingresaba como el número uno del área que justamente fue el foco de corrupción en los años anteriores. “Iba a ser decisión mía si seguía pasando eso o no. Hubiera tenido miedo si entraba a un lugar donde no tomaba las decisiones. Acepté porque sé que conozco mis valores y porque estaba profesionalmente preparado”, destaca. Además, iba a estar rodeado de todos grandes ejecutivos, como el Secretario General que venía de desempeñarse en la NBA y el chief compliance officer que provenía de Yahoo. “Habían buscado muy buenos profesionales fuera del mundo del Futbol”, comenta.

El cambio fue radical en relación a sus trabajos anteriores. “Es la primera vez en más de 25 años de carrera que conozco al 100% de los empleados por su nombre y apellido, y me encanta. Soy CFO y CMO, estoy tanto a cargo de las finanzas como de las marcas y los eventos. Hicimos cosas geniales, eventos antes inexistentes”, indica.

Y agrega: “Pasé de trabajar en empresas que cotizan en la bolsa, y donde uno se pasa todos los días mirando el valor de la acción, a una empresa non for profit. Con Unilever, me había tocado participar en los roadshow de Wall Street para presentar los resultados de la compañía. Ahí fue cuando pensé que había llegado lejos. Después descubris que eso es un poco un mito, y que en la bolsa hay muchos jovencitos manejando grandes fortunas”.

Fanático de River y de Talleres de Remedio de Escalada, el club de su barrio, dice que tiene un banderín de ambos clubes en su oficina, que muestra cuando van ejecutivos a visitarlo. 

“El IAE te permite obtener una articulación holística de todas las herramientas del management. Tenía conocimiento de finanzas, supply chain, ventas y marketing por la experiencia de mi trabajo, y el IAE me dio una visión general de todos los procesos y no ver sólo un proceso puntual”, indica Alejandro.

Actualmente sigue vinculado al IAE como referente de Miami y a través de la amistad que tiene con otros ex alumnos. “El IAE arma familias, la parte humana es genial. Los grupos quedamos como amigos, somos todos bastante parecidos. No es normal que haya un grupo de 70 personas así. Todos tienen una forma de pensar la ética en los negocios, la parte de los valores está muy alineada. El IAE tiene una tarea muy grande, no solo de educar académicamente a la gente, sino de darle valores, y es lo que hace que te sientas muy unido con toda la gente”, indica, y concluye: “Tuve la suerte de tener reuniones con Alumni en Chile y en Nueva York. Eso me encanta del IAE, se forma un sentido de pertenencia”.