Bruno Drobeta pasó de ser encargado de un local de ropa a director en las grandes ligas de los smartphones
Cada vez que algún integrante de la camada EMBA 2008-2009 hace referencia a algún caso de superación entre sus compañeros, el mismo nombre resuena una y otra vez. Es el del licenciado en Administración de Empresas de la UBA
Bruno Drobeta, de 37 años. “Empezó con una peluquería y ahora es director en Samsung”, resumen muchos. Allí, Drobeta es director comercial de la unidad
mobile, en la parte de
retail.
“Lo mío fue bien de abajo”, dice el ex alumno del IAE, mientras explica que en 1999 comenzó trabajando como encargado de un local de la marca de ropa Levi’s y que, tras abrir un local propio y estudiar en el IAE, abandonó la industria de la indumentaria para pasar a las grandes ligas de la telefonía celular. “Arranqué en Levi’s con una suplencia durante un verano para pagarme las vacaciones. Trabajé un mes y después volví al año siguiente por un par de meses; en ese momento, complementaba lo laboral con el estudio y con el deporte”, explica.
Por varios años, Drobeta jugó profesionalmente al vóley en el Club de Amigos y en Obras Sanitarias, hasta que decidió dar un paso al costado y dedicarse
full-time a lo laboral.
“Desde chico fui progresando en la parte de
retail. Llegué a ser encargado de la sucursal de Levi’s del Alto Palermo, que era la que más vendía”. Allí estuvo hasta 2002, cuando ingresó por voluntad propia y como un completo
outsider al rubro de las peluquerías. “Fui uno de los afortunados del corralito. Estuve guardando plata y con eso se me hizo un dinero posdevaluación, en dólares”, explica. Cuando el dólar pasó de $1 a $4, sus finanzas habían variado y eso lo ayudó a poner su primer local: una peluquería en Córdoba y Esmeralda, llamada Sizo Gerard, que si bien hoy continúa abierta ya no le pertenece.
En ese momento, trabajó también de comercializador, vendiendo las franquicias de la peluquería, al mismo tiempo que administraba su propio negocio. “No conocía nada del rubro, pero me sirvió porque, a los 20, 21 años, tenía casi 25 personas a cargo con todo lo que eso implica. Lidiar con contadores, abogados, sindicatos. Financieramente, pagar, del 1 al 5, 25 sueldos”, relata. Pero, para 2004, “entendí que no era mi rubro... Era complicado, posiblemente porque yo no era del palo. Ellos no se consideran peluqueros, sino artistas. Por eso, que vos vengas a hablarles de negocios les resulta extraño. Pero también me sirvió para desarrollar empatía”, agrega. Entonces, volvió a Levi’s como supervisor de la expansión de locales al interior del país y a los dos años terminó como gerente de
retail de Levi’s.
“Mi hermano es ex alumno del IAE también: lo hizo
full-time en 2001. Yo ya tenía varios años en la industria indumentaria, que es una industria más informal que otras porque hay mucha empresa familiar. En ese momento, sentí que en Levi’s, que es una de las empresas más serias del rubro, no me quedaban muchísimos más pasos para dar dentro de esa industria”. Cuando se convirtió en gerente de
retail a los 25 años tuvo a cargo a más de 200 personas.
La idea de salirse de esa zona de confort y, también, de capacitarse hizo que tomara el MBA del IAE en 2008. “Fue una profesionalización en todo sentido”, admite. El salto que estaba buscando. “El IAE me dio muchísimas herramientas. La principal: el
networking; encontré mucho más
networking del que esperaba. Ahí, generé un grupo de amigos más que de compañeros. No sé si se da en todas las camadas, pero me parece que la nuestra es bastante especial. Por otro lado, considero que las herramientas profesionales que te da el IAE están por encima de la media. Yo, a pesar de ser uno de los más chicos, tomé cierto rol preponderante en actividades internas y sociales”.
“El IAE me dio muchísimas herramientas. La principal: el networking; encontré mucho más networking del que esperaba"
Fue entonces cuando, en 2009, un compañero del EMBA le ofreció la posibilidad de ingresar a Apple, que estaba comenzando su desembarco en la Argentina. El proceso de entrevistas por Skype y presenciales se alargó demasiado y, ante la falta de respuesta, pensó que no lo llamarían. Volvió así, por un instante, a la industria de la indumentaria: ingresó a la marca Penguin, que recién llegaba al país. Pasaron nueve meses de esa primera entrevista en Apple hasta que le confirmaron que el proceso de admisión había sido exitoso. Le planteó la situación a su jefe de Penguin y dejó la empresa.
“Era una oportunidad a la que no le podía decir que no. Fue un cambio de vida y de industria. Si no, iba a empezar a ser un gran especialista del mercado de la indumentaria”, reflexiona. Y recuerda su impensado primer día en la empresa de Steve Jobs. “Cuando uno piensa que va a Apple, fantasea con lo grandioso que debe ser Apple. Sin embargo, nosotros estábamos en una oficina de dos personas. Mi primer día fue en un café de Unicenter y fue el 25 de enero de 2010, el día que se lanzó la iPad. Cuando llegué, mi jefe me explicó que ese día iban a lanzar algo innovador, pero que no sabía de qué se trataba porque el lanzamiento era confidencial hasta para los empleados de la empresa. En mis primeras dos horas de trabajo, miré la presentación de la iPad en el shopping”, cuenta. En ese momento, la idea era que Apple de Argentina fuese la oficina que dirigiera la empresa en el Cono Sur. “Implicó un gran aprendizaje para mí. Creo que una de las cosas que interesó de mi perfil fue que yo no venía de la industria, porque Apple hace las cosas un poco diferentes a la industria”, remarca. Luego, explica que “si hay algo que Apple hace bien es la ejecución de los planes”.
Drobeta era el responsable comercial de Apple en la Argentina, el Uruguay y Paraguay. Allí, sus funciones fueron tan importantes como variadas. Tomó decisiones estratégicas de
pricing, pero también instaló mesas en el interior del país y capacitó a cada empleado en iOS y Mac. “Estaba convencido de que eso era tan importante como definir el producto adecuado y el precio adecuado”, afirma.
Tres años después renunció. El proyecto que tenía a la Argentina como
headquarter de la región quedó trunco, y declinó la oferta que le hicieron para irse a Chile a concretar el proyecto allá. Seguramente, Drobeta intuía que decirle adiós a Apple no cerraría una puerta, sino que abriría otra más.
“Cuando trabajé en Apple generé una muy buena relación con Garbarino y Frávega”, cuenta. Eso ayudó a que los proveedores lo recomendaran en Samsung, competencia directa de su anterior empleador. Actualmente, trabaja como director de comercialización en la sede de Puerto Madero, con 50 personas a cargo de manera directa; si se tienen en cuenta otras áreas de soporte a su división, el número aumenta a 80 o 90 personas a cargo.
"La próxima tendencia es que el celular va a pasar a ser el centro del IOT (Internet of things). Eso es como manejar desde el celular muchísimos dispositivos que pueden tener conexión a la red. Lo que puedo asegurar es que cada vez el celular va a absorber más funciones y horas de uso del consumidor"
El licenciado explica que globalmente acaba de lanzarse el Samsung S8, que llegará a la Argentina en junio próximo. “Costará entre $ 15.999 y $ 20.999”. Para el futuro
mobile, augura que los celulares seguirán incorporando dispositivos aledaños, como GPS, computadoras, reproductores de música, cámaras de fotos y, próximamente, billeteras.
“Samsung me da la posibilidad de administrar muchísimos recursos, y la contraprestación de eso son objetivos muy difíciles de alcanzar. Objetivos ambiciosos y un sinfín de alternativas”, señala.
“La próxima tendencia es que el celular va a pasar a ser el centro del IOT (
Internet of things). Eso es como manejar desde el celular muchísimos dispositivos que pueden tener conexión a la red. Lo que puedo asegurar es que cada vez el celular va a absorber más funciones y horas de uso del consumidor”, concluye.
Lo tecnológico le sale tan natural que es probable que quien no conoce su historia no advierta que Drobeta hizo carrera entre pilas de ropa.