Lucila Cardona, CEO de Cosmética Primont SRL, afirma que vive en constante movimiento, con la inquietud de invertir y crecer. “Todo a pulmón, como las pymes del país”, resume.
Vivió de cerca el nacimiento y los primeros pasos de la empresa que fundó su padre, Mario Cardona: Cosmética Primont SRL. De chiquita, en verano, ayudaba con la producción, y en la participación de eventos y ferias. Así suele suceder en las compañías familiares y, seguramente por eso, Lucila Cardona supo qué hacer cuando a los 29 años quedó, súbitamente, a cargo de todo. No hubo un traspaso generacional prolijo y ordenado. Tuvo que actuar rápidamente y asumir el timón.
“Lo que yo hice fue sobre las bases ya construidas por mi padre: me enfoqué en profesionalizar y reorganizar la empresa. En ser más efectivos en los costos, analizando la posibilidad de importar directamente nosotros materias primas”, contó la Alumni del DPME 2017.
Apasionados por el cabello
“Pasión por el cabello” es uno de los lemas de Cosmética Primont SRL, compañía que nació hace 35 años. “Mi padre era vendedor en una multinacional del rubro, y a los 20 años tenía la necesidad y las ganas de ser dueño de su propia empresa. Comenzó fabricando cremas oxigenadas, shampoos y acondicionadores”, relató Lucila.
“Como él ya visitaba a clientes de este segmento de mercado para vender maquillaje, comenzó a ofrecerles también productos capilares. Así, de a poco fue creciendo y agregando más variedad de artículos. La clave fue mantener inmutable la calidad”, afirmó.
Otro factor de éxito fue detectar el nicho de los productos de salón. Mario Cardona pudo ver a tiempo que este sector estaba desatendido. Comprendió que lo más importante era ser fiel a los estilistas con el surtido de producto y la calidad. Fue un giro de 180° en la estrategia comercial de Cosmética Primont que impulsó su crecimiento.
Un mercado informado y exigente
Claro que el camino tuvo obstáculos. Fue difícil, como para cualquier empresa que empieza a desarrollarse. Lucila sabe bien de los desafíos que enfrentan las pymes en la Argentina. Hace 15 años que trabaja en la compañía y hace 10 que quedó a cargo, como CEO.
“No tuve otros emprendimientos serios, aparte de este. En la secundaria monté una empresa de costura con una amiga y vendíamos en el colegio y en el club cartucheras, gomitas, vinchas, mochilas, polleras y otros productos que cosíamos. Luego, durante mi carrera universitaria tuve una empresa de catering de cosas dulces. Siempre estuve buscando cosas para hacer mientras estudiaba. Después de recibirme, trabajé un año en relación de dependencia y luego entré a Primont”, detalló Lucila, que hoy tiene 38 años y dos hijos de 3 y 6 años.
Actualmente, en Primont trabajan 36 personas, tienen más de 200 sku (número de referencia de cada producto), comercializan sus productos en toda la Argentina y exportan a 5 países: Uruguay, Chile, Estados Unidos, Bolivia y Honduras.
“La empresa está muy bien posicionada, hemos crecido mucho los últimos años ‒destacó Lucila‒. Tenemos una amplia gama de productos que abarcan los tres sectores de un salón. Ofrecemos soporte técnico constante a los profesionales, dictamos cursos y capacitaciones en nuestro centro técnico, así como también en el interior de país. Además, somos una empresa argentina, que piensa y desarrolla productos para los profesionales argentinos”.
Primont cuenta con un laboratorio de desarrollo de productos que se mantiene atento a un sector que es muy dinámico. Día a día aparecen necesidades y oportunidades. “Creo que el desafío del mercado de la cosmética hoy está en poder satisfacer a un cliente que está cada vez mas informado y, por ende, es cada vez más exigente”, indicó.
El desafío de ser pyme en la Argentina
“En Primont estamos en constante movimiento, investigando cuáles son las tendencias, hablando con proveedores de la Argentina y del exterior para poder desarrollar productos de muy alta calidad. Siempre con la inquietud de invertir, crecer y superarnos. Todo a pulmón, como las demás pymes del país”, afirmó la alumni.
Opinó que en el mundo en el que vivimos, donde la tecnología y las redes sociales nos exigen estar siempre alertas a mejorar e innovar, “no nos podemos quedar quietos”. “Siempre hay que estar pesando en cómo reinventarse y avanzar”, agregó.
Primont tiene la visión de ser la empresa argentina líder del mercado local. Uno de sus objetivos es expandirse a más países extranjeros. Pero gran parte de su evolución, según Lucila, dependerá de la ayuda, los beneficios impositivos, la financiación y la burocracia.
El contexto es difícil y requiere de mucha agilidad y reacción: ventajas que la Alumni ve que tienen las pymes. Son los puntos fuertes que deberían explotar.
El DPME, un camino hacia la profesionalización
En pos del objetivo de perfeccionarse cada vez más, Lucila, licenciada en Administración de Empresas, quiso aplicar lo que había estudiado en la carrera a una pyme: este fue uno de los motivos que la llevó a elegir cursar el DPME en el IAE. Buscaba, también, “abrir la cabeza y profundizar esa visión global que tiene el administrador de empresas”.
El DPME es un intenso entrenamiento para fortalecer capacidades y habilidades de dirección. Aporta conocimientos, e impulsa al participante a reflexionar sobre cuál debe ser el rol del dueño, socio o directivo de una empresa pyme.
“La experiencia me dejó un grupo de compañeros que están pasando por lo mismo que yo. Entre nosotros nos ayudamos a mejorar y a superar los problemas”, concluyó la empresaria.