Globalización y economía: 25 años de (falta de) evidencia empírica
Por Eduardo Fracchia (IAE) y Martín López Amorós (UADE)1 Introducción
Una cuestión en constante debate dentro de la Economía es el impacto de la globalización sobre el desempeño socio-económico de los países. Aunque la mundialización de la economía es un hecho ante el que los países nada pueden hacer estos sí tienen a disposición una serie de instrumentos que permiten alterar el perfil de integración al mundo globalizado. Para decidir en qué medida un país debe o no fomentar su integración a una economía globalizada es fundamental comprender cómo ésta puede beneficiarlo, y qué riesgos trae aparejados. La teoría económica ha discutido largamente sobre esta cuestión sin llegar a un resultado concluyente. Para algunas corrientes teóricas la globalización aporta beneficios de manera inequívoca, mientras que otras advierten sobre efectos nocivos que, en algunos casos, podrían más que compensar a los beneficios de una mayor integración a la economía mundial. Desde el punto de vista de la política económica este resultado es problemática, ya que deja a los países sin una guía ante la globalización. Esta falta de comprensión profunda de la globalización y sus oportunidades y amenazas ha generado que los países administren su relación con el resto del mundo en un constante ejercicio de prueba y error y marcha y contramarcha. Esta discontinuidad en la política económica ante la globalización, de la que la Argentina es uno de sus mejores ejemplos pero no el único, hace a su vez difícil valorar desde la mera observación los beneficios y costos generados por la mundialización de la economía. Sin ir más lejos son tantos los que culpan al Consenso de Washington de las crisis del mundo emergente en los últimos veinte años como los que consideran que éstas son consecuencia de la insuficiente aplicación de sus recomendaciones. Ante esta falta de una visión unívoca sobre los costos y beneficios de la globalización han proliferado desde comienzos de la década de 1990 los trabajos empíricos que buscan testear la validez de las hipótesis postuladas desde la teoría. Aunque con muchos problemas metodológicos producto de la complejidad del tema estos trabajos han sido capaces de arrojar cierta luz sobre la cuestión y de generar nuevas preguntas de relevancia desde el punto de vista de la política económica. Adicionalmente, el debate generado en torno a la metodología y resultados de los trabajos ha producido un interesante avance en campos como la metodología econométrica y la medición de la globalización que, aunque aún insuficiente, permite a los investigadores acercarse a la respuesta buscada. Como mínimo, los investigadores cuentan hoy con una serie de medidas alternativas de la globalización y con un amplio menú de técnicas de estimación que contrasta con cierta monotonía de la literatura del tema en sus inicios. El objetivo de este trabajo es, justamente, revisar las principales alternativas metodológicas que han sido implementadas hasta el momento para intentar cuantificar el vínculo entre la globalización y alguna variable de desempeño socio-económico de interés. No es el objetivo evaluar la relevancia y validez de los resultados, sino ordenar y clasificar las diferentes alternativas disponibles de aquellos aspectos que configuran la metodología de investigación. Para ello, se presenta en la sección 2 un breve repaso de las diferentes predicciones de la teoría económica, cuyas contradicciones han llevado a la necesidad de dirimir el debate teórico en el campo empírico. En la sección 3 se describe la evolución metodológica evidenciada en los trabajos empíricos sobre la materia, diferenciando las alternativas en cuanto a la medición de la globalización, la elección de las variables objetivo y las técnicas de estimación. En la sección 4 se presentan los resultados obtenidos por los trabajos revisados. Finalmente en la sección 5 se presentan las conclusiones obtenidas.2 Breve marco teórico
La teoría que vincula el crecimiento económico con la globalización se ha centrado por un lado en la apertura comercial y, por el otro, en la apertura financiera. Por el lado de la apertura comercial Harrison (1996) señala que la teoría del crecimiento económico sostiene que ésta provee acceso a insumos importados que llevan consigo mejoras tecnológicas, incrementa el mercado al que tienen acceso los productores locales aumentando el retorno a la innovación y afecta la especialización del país en producciones intensivas en investigación. Sin embargo, sostiene, nuevas teorías del crecimiento económico concluyen que el efecto de la apertura comercial es ambiguo, ya que la mayor competencia podría reducir la innovación al reducir los beneficios esperados de ésta. Incluso Grossman & Helpman (1992) señalan que cierto nivel de proteccionismo podría aumentar el crecimiento de largo plazo al promover la inversión en investigación y desarrollo. Estas dos visiones formalizan ideas intuitivas. La apertura comercial permite por un lado reducir costos de producción y reducir el precio de los bienes transables, pero también genera una mayor competencia para los productores locales, lo que podría redundar una contracción del nivel de actividad y en la pérdida de empleo. Además, la apertura comercial no sólo afecta a la economía doméstica a través del flujo de bienes sino también mediante canales como el tipo de cambio o la inflación, con lo que es difícil prever su impacto total. Por el lado de la apertura financiera las predicciones de la teoría también son ambiguas. La teoría neoclásica señala que la apertura financiera lleva a la afluencia de capitales a los países en los que éstos son escasos por su mayor rendimiento, permitiendo una mejor asignación de recursos y acelerando el proceso de crecimiento económico (Levine [2001]). Adicionalmente, la liberalización financiera permitiría una mayor diversificación del riesgo, también con efectos positivos para la economía (Obstfeld [1994]). Por el otro lado, trabajos como Boyd & Smith (1992) señalan que en realidad los países con instituciones menos sólidas podrían sufrir una salida de capitales en el contexto de un proceso de apertura financiera, lo que deterioraría su ritmo de crecimiento económico. De hecho, se ha observado en la práctica que los beneficios de la apertura financiera dependen en buena medida de la capacidad de los países para atraer y retener los capitales. Muchas economías se han visto beneficiadas por la afluencia de capitales internacionales, pero también muchas veces esos u otros países han sufrido crisis asociadas a la salida repentina de los capitales. Incluso los flujos positivos de fondos entrañan un peligro en la medida en que pueden desestabilizar variables claves para la política económica como el tipo de cambio o la tasa de interés. En cuanto al impacto de la globalización sobre la distribución del ingreso también hay visiones contrapuestas. La teoría señala que la apertura comercial debería reducir la brecha salarial entre los trabajadores con y sin habilidades en los países desarrollados, con lo que la distribución del ingreso mejoraría. En los países desarrollados, donde abundan los trabajadores con alto nivel de capital humano, la situación sería la opuesta (Stiglitz [1998]). De esta manera, el vínculo entra la distribución del ingreso y la globalización es, desde el punto de vista teórico, algo ambiguo. Pero la realidad es muy compleja, ya que la apertura comercial no afecta por igual a todos los sectores en todos los países. Partiendo de esta base, el impacto redistributivo de la globalización es muy difícil de prever. Algo similar sucede con la liberalización financiera. Por un lado, ésta podría mejorar el acceso de los sectores de menores ingresos al crédito, mejorando su situación y reduciéndose así la desigualdad social (Beck et al. [2007]). Por el otro lado, no obstante, los sectores de menores ingresos serían más vulnerables a shocks financieros adversos, por lo que su posición relativa se podría ver seriamente debilitada (IMF [2007a] y IMF [2007b]). También otros fenómenos ligados a la globalización, como la incorporación de nueva tecnología, puede generar una modificación sustancial en la distribución del ingreso dentro de un país. Este efecto, sin embargo, sería diferente según las características propias de cada país y su posición respecto a la frontera tecnológica mundial (Brown & Campbell [2002]). Vinculado a estos dos aspectos se encuentra el impacto de la globalización sobre el crecimiento económico. Dependiendo de cómo ésta afecte al crecimiento del país y a la distribución del ingreso la mayor internacionalización de la economía podría generar un aumento o una disminución de la incidencia de la pobreza. Incluso en un contexto de crecimiento económico la mayor globalización podría conducir a un incremento de la pobreza, al menos en el corto plazo, si ésta deteriora de manera muy significativa la distribución del ingreso. Ante la ambigüedad en las predicciones teóricas el debate en torno al impacto de la globalización sobra la situación socio-económica de los países se ha desplazado en las últimas dos décadas y media al campo de los estudios empíricos. En ellos se busca testear las diferentes hipótesis postuladas desde la teoría económica, a fin de determinar la validez o no de cada una de ellas y llegar a una contabilización del efecto neto de la globalización sobre los países. La revisión de la metodología implementada y de los resultados obtenidos por los trabajos en este campo es el objetivo de este trabajo en las siguientes secciones.3 Evolución de la metodología
Desde comienzos de la década de 1990 los trabajos empíricos que vinculan a la globalización con la performance socio-económica de los países han venido evolucionado en diferentes direcciones tanto por la aparición de nuevas fuentes de información y de técnicas econométricas como por la identificación de una serie de debilidades en los trabajos previos. El objetivo de esta sección es describir concisamente esa evolución metodológica a fin de caracterizar las diferentes maneras en que se ha intentado identificar y cuantificar el vínculo entre la globalización y diversas variables objetivo que miden la situación socio-económica de los países. Para ello se comienza revisando las diferentes alternativas utilizadas para aproximar el valor de una variable no observable como es la globalización. Luego se repasan las diferentes variables objetivo estudiadas y se concluye la sección enumerando las técnicas econométricas empleadas.3.a) La medición del nivel de globalización
Una de las cuestiones más abstractas y fundamentales a la hora de intentar cuantificar el impacto de la globalización en el desempeño socio-económico es la elección de una medida del nivel de globalización al que un país se encuentra expuesto. Partiendo de la dificultad de la tarea, que se deriva del hecho de que no hay una variable observable de referencia, hay básicamente dos grandes líneas en las que ha trabajado la literatura. La primera línea se basa en el uso de indicadores de aspectos concretos de la globalización. Estos trabajos no pretenden medir el impacto de la globalización en un sentido amplio, sino de alguno de sus aspectos característicos. Este enfoque tiene la ventaja de contar con una variable explicativa relativamente sencilla de interpretar –aunque no siempre es el caso- y que además está vinculada directamente con decisiones de política económica. Por poner un ejemplo, si la variable que se utiliza como indicador de globalización es la participación de importaciones y exportaciones en el PIB no sólo se contará con una variable medible sino que además los resultados tendrán implicancias más claras en términos de política económica, ya que los gobiernos tienen hasta cierto punto capacidad para alterar la variable. La segunda línea de trabajo se basa en el uso de indicadores agregados de globalización que en algunos casos son desagregados en diferentes componentes. Si bien esta idea es atractiva por el hecho de permitir resumir el concepto de globalización en un único valor, en muchos casos su utilidad puede ser limitada. Primero porque países con el mismo valor del índice de globalización podrían tener perfiles de integración muy diferentes, con lo que el índice estaría dando una idea equivocada de la realidad. Y segundo por las implicancias de política son menos claras; puede entenderse que un país deba aumentar o reducir el grado de apertura de la cuenta financiera, pero ¿qué significa que un país deba aumentar o reducir su “nivel de globalización”? Dentro de la primera línea de investigación se usan en general indicadores que buscan aproximar la apertura comercial y la apertura financiera. En ambos casos se han utilizado diferentes variables para intentar reflejar el mismo fenómeno subyacente. Apertura comercial Una medida de la globalización ampliamente utilizada en la bibliografía del tema es la apertura comercial. La asociación entre el mayor nivel de comercio internacional y la apertura de la economía es clara y ha sido largamente documentada en la literatura (ver, por ejemplo, Frankel [2000] y Aisbett [2007]). La medida más frecuentemente utilizada es la participación de las exportaciones, importaciones o ambos en el PIB. En esa línea, Aka (2006) utiliza como indicador de globalización el ratio importaciones sobre PIB. Entre muchos otros Asteriou et al. (2004), Dollar & Kraay (2005) y Jalil (2012) incorporan en su modelo la participación de las exportaciones e importaciones en el PIB. En un trabajo realizado al nivel de firmas en Argentina Galiani & Sanguinetti (2003) proponen como indicador el ratio entre las importaciones y el valor agregado de diferentes sectores industriales. Si bien esos indicadores proveen una buena aproximación de la apertura comercial de un país tienen algunos problemas asociados. El principal es el problema de endogeneidad al intentar utilizarlos como variable explicativa en un modelo con algún indicador de desempeño económico como variable objetivo. El concepto de endogeneidad en el contexto de la macroeconomía hace referencia a que la presencia de posible causalidad mutua entre la variable explicativa y la variable a explicar. En este caso concreto, la interpretación deseada sería que la mayor apertura comercial “causa” cierto desempeño socio-económico. Pero la realidad marca que bien podría ser el caso contrario. Por ejemplo, podría pensarse que países más exitosos tienen un nivel de ingreso más alto, con lo que es esperable que importante más bienes de consumo. En ese caso, no sería la globalización la que aumentaría el nivel del PIB sino que la causalidad iría en sentido contrario. Este punto fue señalado, por ejemplo, por Rodrik (1995) y Jeffrey & Romer (1999). Aunque eso no resuelve el problema, algunos trabajos como Berggren & Jordahl (2005) o Agenor (2004) optaron por reemplazar esa variable por indicadores indirectos como el nivel de tarifas del país. Ante esta situación, se han adoptado dos soluciones diferentes. Por un lado, se buscaron mejores instrumentos. Por ejemplo, Jeffrey & Romer (1999) proponen características geográficas del país. La idea es que países más aislados geográficamente tienen menor propensión a comerciar que aquellos con una mayor variedad de socios comerciales cerca. Un segundo camino, adoptado con mayor frecuencia, es el de control por observables. Mediante este procedimiento se incorporan al modelo una serie de controles que buscan dar cuenta de características de cada país. El supuesto vital es que, una vez incorporados esos controles, el nivel de comercio es aleatorio. De esta manera sí se podría dar una interpretación causal a los coeficientes estimados. El problema es que, aunque no es testeable, ese supuesto difícilmente se pueda cumplir en este caso concreto. Una variable como la apertura comercial claramente depende las decisiones de política económica, que a su vez dependen de muchas variables no observables. Por eso el objetivo ce transformar en aleatorio el nivel de apertura comercial parece inalcanzable. Eso no invalida los resultados, pero sí anula la posibilidad de interpretarlos de manera causal. Apertura financiera Otro de los aspectos vinculados a la globalización que ha atraído mucha atención es el de la apertura financiera. Este fenómeno es más complejo que el de la apertura comercial, básicamente porque es más abstracto y difícil de medir. Por ese motivo hay una amplia variedad de indicadores utilizados para aproximar el concepto. El indicador más utilizado es el del ratio de Inversión Extranjera Directa (IED) sobre el PIB. El supuesto clave, y cuestionable, es que una economía más integrada financieramente al mundo debería atraer más inversiones extranjeras. Son muchos los trabajos que utilizan este indicador para aproximar el grado de apertura de la cuenta capital. Entre ellos cabe destacar a Agenor (2004), Law & Demetriados (2006), Asteriou et al. (2014), Borensztein et al. (1995), Tovar García (2012), Carkovic & Levine (2005), Santarelli & Figini (2003), Wu & Hsu (2012). De manera similar, Edinson et al. (2002) usa stocks y flujos de inversión extranjera y en el extranjero, aunque un problema de este desdoblamiento puede ser el de la multicolinearidad, una cuestión que no es debidamente analizada en el trabajo. Quinn (1997) desarrolló un indicador basado en la intensidad en los controles externo. Está construido con cuatro indicadores de controles en la cuenta corriente, dos en la cuenta capital y uno relacionado a acuerdos con la OCDE. En cada una de las siete categorías se determina un valor de 0 (controles intensos) a 2 (sin controles), lo que da como resultado un índice agregado que va de 0 a 14. Este mismo indicador fue utilizado posteriormente por otros trabajos, como Arteta et al. (2001), Edinson et al. (2002), Edwards (2001) y Rodrik (1998b). Si bien el indicador tiene la ventaja de resumir en u única valor diferentes aspectos de la apertura financiera también tiene la debilidad de que su valor no siempre puede ser interpretado de manera clara, ya que países con el mismo índice de Quinn –y por lo tanto con el mismo “nivel de apertura financiera”- podrían tener valoraciones totalmente distintas en los subíndices. Así, mientras la exposición a la globalización sería en la realidad diferente en cada país para el modelo sería la misma, lo que llevaría a una mala estimación del impacto de ésta sobre el desempeño socio-económico. En términos estadísticos se tendría un error de medición no aleatorio en la variable independiente, algo cuyas consecuencias se explicarán con algo más de detalla más adelante. Otra fuente de datos utilizada en diversos estudios es la IMF Annual Report of Exchange Arrangements and Exchange Restrictions, que releva información sobre restricciones cambiarias y en la cuenta capital. Varios indicadores de apertura de la cuenta capital han salido de esta base. Por ejemplo, Arteta et al. (2001) construye una variable binaria que refleja la apertura o no de la cuenta capital de un país en un momento dado. Similarmente, Chinn & Ito (2006) desarrollaron un índice construido como el primero de los componentes principales extraídos de cuatro variables binarias elaboradas con esa base de datos y que reflejan diferentes restricciones a la cuenta capital. El índice ganó cierta popularidad y ha sido utilizado recientemente en trabajos como el de Asteriou et al. (2014) y el de Jaumotte et al. (2008). También a partir de la base del Fondo Monetario Internacional trabajos como Edwards (2001), Klein & Olivei (1998) y Rodrik (1998b) calcularon una variable explicativa definida como la proporción de años de la muestra en que los países en cuestión sufrieron algún tipo de restricción en su cuenta capital. Una medida más indirecta pero que igualmente ha tenido cierta difusión es la del gasto público como porcentaje del PIB. La racionalidad detrás del uso de este indicador es que país con un mayor tamaño relativo del Gobierno muestran mayor propensión a intervenir la economía, lo que va en contra de la liberalización con la que se asocia a la globalización. Evidentemente hay mucha evidencia que muestra que un nivel de gasto público alto no necesariamente se asocia a una menor integración internacional del país –como el caso de los países escandinavos, por ejemplo-, pero esto no impidió que el indicador fuera utilizado en trabajos influyentes como Barro (1991), Barro (1996), Dollar & Kraay (2004) y Santarelli & Figini (2003). En una línea similar varios trabajos utilizan el premio en el mercado cambiario, una medida de la distorsión de precios introducida por la regulación. Una de las primeras investigaciones que utilizó esa variable explicativa para aproximar la apertura financiera fue el de Barro (1994), al que le siguieron, entre otros, Lee et al. (2004) y Arteta et al. (2001). En el mismo trabajo de Barro (1994) también utiliza el Índice de Imperio de la Ley desarrollada por la International Country Risk Guide, que busca medir la calidad del clima de negocios de un país y que puede considerarse como otra aproximación de la desregulación financiera. Lógicamente el mismo problema de endogeneidad que tienen los indicadores de apertura comercial afecta a los de apertura financiera porque la variable también se ve afectada por decisiones de los países que dependen de su situación socio-económica. Indicadores agregados de globalización Como se comentó con anterioridad, otra corriente de trabajo se centra en el uso de indicadores agregados de globalización. Son dos los que han acaparado mayor atención en la literatura. El primero de ellos es el indicador Economic Freedom of the World, elaborado por el Fraser Institute. Este índice agregado se compone a su vez por una serie de subíndices, que en algunos casos también son utilizados en los trabajos de investigación:- Tamaño del Gobierno
- Estructura legal y seguridad de los derechos de propiedad
- Acceso a moneda fuerte
- Libertad para comerciar internacionalmente
- Regulación del crédito, el trabajo y los negocios
- Globalización económica
- Globalización social
- Globalización política
3.b) Variables objetivo estudiadas
Una primera gran pregunta que se ha hecho la literatura es el impacto de la globalización sobre el desempeño económico de un país en términos generales. La variable de referencia ha sido en esos casos el crecimiento del PIB. Hay varios trabajos para destacar en esa línea. Uno pionero es el de Barro (1991), que encuentra una relación positiva entre el crecimiento del producto y la desregulación de la economía, una de las medidas usualmente utilizadas como aproximación de la globalización, como se vio con anterioridad. Esta línea de investigación fue continuada, con diferentes sets de datos y configuraciones metodológicas, por el propio Barro (1996) y por los influyentes trabajos de Rodrik (1998b), Sachs & Warner (1995) y Frankel & Romer (1999), además de otros como Borensztein et al. (1995), Carkovic & Levine (2005), Berggren & Jordahl (2005), Harrison (1996), Carlsson & Lundström (2002), Dreher (2006) o Edwards (2001). Una segunda dimensión que ha atraído mucha atención dentro de la literatura de la globalización ha sido la de la distribución del ingreso. Aunque había hasta hace algunos años cierto consenso –actualmente puesto en cuestión- de que la globalización tenía un impacto positivo sobre el crecimiento económico eran muchos los que sostenían que también generaba un deterioro en la distribución del ingreso. Consecuentemente muchos estudios buscaron evidencia cuantitativa a favor o en contra de esta hipótesis. En general la equidad distributiva es medida a través del coeficiente de Gini, obtenido de diferentes fuentes y con diferentes ajustes. Esa variable objetivo es usada en los trabajos de Edwards (1997), Wu & Hsu (2012), Asteriou et al. (2014), Bergh & Nilsson (2011), Atif et al. (2012), Jaumotte et al. (2008), Lee (2006) y Jalil (2012) entre otros. El coeficiente de Gini no es, sin embargo, la única variable utilizada para aproximar la distribución del ingreso. En uno de los primeros trabajos dedicados al tema Borjas & Ramey (1994) utilizan como variables dependientes los ratios de los salarios de los graduados universitarios con respecto a los de los graduados secundarios y los de los quienes no completaron el mismo, a fin de testear la hipótesis de que la apertura económica reduce la brecha salarial entre los calificados y los no calificados. Una idea similar aplican Galiani & Sanguinetti (2003) para datos de la Argentina. Por su parte, Ashby & Sobel (2008) usan el ratio en el ingreso del mayor y menor quintil en los Estados Unidos. Otras variables también han llamado la atención de los investigadores, pero en menor medida. Agenor (2004) y Santarelli & Figini (2003) analizan el efecto de la globalización sobre la tasa de pobreza mientras que Chinn & Ito (2006), Tovar García (2012), Kandil et al (2013), Law & Demetriados (2006) y Falahaty & Law (2012) se interesaron por el desarrollo financiero (medido por diversas variables, como crédito o tamaño del mercado de acciones), una cuestión que viene ganando popularidad, como lo demuestra lo reciente de la literatura al respecto. Por otro lado, Edwards (1998) estudió el impacto de la liberalización de la economía en el crecimiento de la productividad total de los factores, como una aproximación al potencial económico del país. Otra incipiente línea de trabajo se centra en la relación entre la globalización y la tasa de desempleo, aunque por el momento hay pocos trabajos empíricos en la materia (ver, por ejemplo, Soomro et al. [2012]).3.c) Técnicas de estimación
Junto con la evolución de las variables utilizadas para medir la exposición de los países a la globalización también se fue modificando la metodología de estimación de los modelos, a medida que la evidencia obtenida fue haciendo evidentes algunas carencias metodológicas. En concreto, pueden identificarse en la literatura tres olas metodológicas. Inicialmente el enfoque adoptado en los trabajos empíricos que buscaron vincular la globalización a alguna variable de desempeño económico fue de cross-country. De esta manera, se buscaba explicar las diferencias en la variable objetivo en los países de la muestra a partir de las diferencias en el nivel de globalización, dado una serie de controles. Todos los trabajos que dieron inicio a esta literatura, como Barro (1991, 1996), Borensztein et al. (1995) y Edwards (1993, 1998), entre otros, utilizaron un enfoque cross-country. La mayor parte de la crítica inicial a este enfoque no se basó en el uso de información cross-country, sino en la elección de las variables explicativas y en los potenciales problemas de endogeneidad. Esta crítica fue reflejada en trabajos tempranos como Rodrik (1995) y Jeffrey & Romer (1999), y tuvo un profundo impacto en la literatura, ya que a partir de ella en la gran mayoría de los trabajos comenzaron a utilizarse variables instrumentales y a evaluarse la robustez de los resultados ante cambios en los instrumentos. Una limitación importante en este enfoque es que no toma en cuenta correctamente la dinámica de los países durante el período de la muestra. Por ejemplo, el nivel promedio de globalización o de crecimiento del PIB podría no reflejar correctamente una aceleración conjunta de esas variables, con lo que el efecto de la globalización sobre el PIB sería, en principio subestimado. Igualmente podría suceder que la dinámica de ambas variables fuera en sentido contrario, en cuyo caso el efecto de la globalización sería sobrestimado. Uno de los primeros trabajos en tomar en cuesta esta cuestión fue el de Harrison (1996), quien planteó un análisis cross-country pero también un análisis de panel data con efectos fijos. El hallazgo más interesante de ese ejercicio fue el hecho de que los resultados dependían crucialmente de la especificación adoptada, un problema reiteradamente observado en la literatura en la materia. Tomando en cuenta estas limitaciones del análisis cross-country, los análisis basados en estimaciones de panel data dominaron -con algunas excepciones notables como Berggren (2009)- la literatura a partir de los años 2000, ya que la amplia mayoría de los investigadores se inclinó, con diferentes especificaciones, por esa metodología. La ventaja de estos modelos con respecto a los cross-country, además de incorporar la dinámica de las variables, es que permite incorporar información que se pierde al trabajar con simples promedios para el período de muestra. De esta manera, con la misma muestra, en principio, la estimación de panel data permitiría obtener estimaciones más precisas. Varios trabajos ya citados utilizan la metodología de panel data, como es el caso de Chinn & Ito (2006), Agenor et al. (2004), Bergh & Nilsson (2010), Atif et al. (2012) y Wu & Hsu (2012), entre otros. Un aspecto que merece especial la atención es el de los paneles de datos desbalanceados. Con el objetivo de maximizar el uso de la información disponible muchos de los trabajos mencionados utilizaron paneles de datos desbalanceados, es decir, en los que la cantidad de observaciones difiere por país. Esto, si bien permite aumentar el tamaño de muestra, lo que es deseable desde el punto de vista estadístico, también puede generar sesgos en las estimaciones, en la medida en que la ausencia de datos no sea aleatoria. Este punto no es general debidamente tomado en cuenta en la literatura, y podría ser una de las razones detrás de la debilidad de los resultados hallados, aunque no la principal. Un problema presente en las estimaciones cross-country y que no es solucionado por la utilización de modelos de panel data es el de la causalidad. Tomando en cuenta esa limitación varios trabajos recientes como Aka (2006), Mutascu & Fleischer (2011), Bianchi & Civelli (2013) y Kandil et al (2013) han usado variantes de modelos PVAR (vectores autorregresivos para datos de panel), en los que se permite una relación de causalidad mutua entre las variables. Esto permite por ejemplo tomar en cuenta que la globalización puede acelerar el crecimiento económico, pero también el crecimiento económico puede aumentar la disposición de un país a integrarse a la economía global. Desde este punto de vista, el uso de modelos PVAR no sólo permite llegar a mejores estimaciones de los parámetros de interés, sino que permite modelar una relación más apropiada entre las variables que en el caso de los modelos de cross-country y panel data. Actualmente la literatura parece avanzar por el camino de los modelos PVAR porque permiten una modelización más flexible del fenómeno de interés. Sin embargo, vale aclarar que esta metodología no permite solucionar de todo el problema de la endogeneidad, que se deriva básicamente de la incompleta especificación de los modelos. Si bien se suelen incorporar una serie de controles a fin de forzar la “aleatoriedad” en el nivel de globalización, los estudios muestran que los resultados son muy sensibles a la elección de los instrumentos y de los propios controles, lo que indican que los modelos no están en general correctamente especificados. Se da en general en estos trabajos una confusión entre causalidad a la Granger (“la variable x sirve para predecir la variable y”) y causalidad en el sentido buscado en estos trabajos (“las diferencias en la variable x explican las diferencias en la variable y”). Que el nivel de globalización, por caso, sirva para predecir el crecimiento del PIB no significa que lo explique, porque bien ambas variables podrían estar explicadas por una tercera no observable y que es la que verdaderamente explica su comportamiento. En paralelo algunos estudios se han centrado en un análisis de series temporales para un único país, como es el caso de Ashby & Sobel (2008), Galiani & Sanguinetti (2003) y Hameed & Nazir (2009), entre otros. La ventaja de este enfoque es que permite evitar el problema de la heterogeneidad de la muestra, que puede llevar a malas estimaciones de los parámetros de interés. Pero en esencia el análisis de series temporales para un único país no soluciona ninguno de los problemas planteados anteriormente. En suma, la evolución de los estudios empíricos ha sido clara. No obstante, aún cuentan con muchos problemas y limitaciones que impiden aportar una respuesta convincente sobre la relación entre la globalización y el desempeño socio-económico de los países. Eso no impide, no obstante, que los resultados obtenidos aporten cierta información sobre la relación entre las variables. Esos resultados son revisados en la siguiente sección.4 Resultados obtenidos
Se presentan en esta sección los principales resultados obtenidos en los trabajos empíricos analizados. Los trabajos son clasificados según encuentran un efecto benévolo, nocivo o mixto/no significativo de la globalización sobre la variable objetivo. En el caso de los efectos mixtos se aclara en qué sentido lo son. Como se verá, los resultados son en general bastante diversos. Esa falta de homogeneidad en los hallazgos explica seguramente la creciente literatura especializada en la globalización. Pese a las innovaciones metodológicas vistas en la sección anterior los resultados siguen siendo altamente sensibles a los datos y especificaciones empleadas, lo que indica que las estimaciones no son consistentes.4.a) Crecimiento económico
En primer lugar, la mayor parte de los trabajos ha encontrado un efecto positivo de la exposición a la globalización sobre el ritmo de crecimiento económico. Pese a las diferencias metodológicas, en general hay cierto consenso en la literatura que apunta a que la evidencia de un efecto positivo sobre la globalización es razonablemente clara. No obstante eso, también son varios los trabajos que han enfatizado la escasa robustez de los resultados ante cambios en el período de la muestra, países que la componen o especificación del modelo. Un punto a favor es que no hay evidencia en general de que la globalización desacelere a la economía, pero la literatura no ha podido descartar de manera convincente que la relación entre la globalización y el crecimiento económico sea no significativa. Como se observa en la tercera columna de la Tabla 1, varios trabajos encontraron que la relación entre las variables es no significativa, o muy sensible al indicador utilizado. Si bien es esperable que el valor de los coeficientes estimados dependa de las variables elegidas como proxy de la globalización, diferencias en los signos hablan de problemas más serios. Tabla 1 – Efecto de la globalización sobre el crecimiento económicoBenévolo | Nocivo | Mixto o no significativo |
Arteta et al. (2001): Si bien los resultados son sensibles a la muestra y la especificación del modelo, predomina el impacto positivo de la globalización en el crecimiento. Ashby & Sobel (2008). Barro (1991). Barro (1996). Borensztein et al. (1995) señala que el efecto es positivo, pero que su magnitud depende del nivel de capital humano del país. Carlsson & Lundstrom (2002), aunque advierten que, si bien el efecto general es positivo, algunos aspectos de la globalización tienen un efecto negativo. Dollar & Kraay (2004). Doucouliagos & Ulubasoglu (2006), aunque advierten que la magnitud estimada es muy sensible a la especificación del modelo. Dreher (2006). Edwards (1998). Edwards (2001), aunque los efectos positivos requieren de cierto nivel de desarrollo de los países. Falahaty & Law (2012). Frankel & Romer (1999), aunque reconocen que la evidencia es algo débil. Harrison (1996). Kandil et al. (2013). Klein & Olivei (1998). Lee et al, (2004), aunque el impacto positivo sería pequeño. Moghaddam & Redzuan (2012). Rodrik (1998b): Aunque los resultados varían mucho en función del período, el grupo de países de la muestra y la especificación del modelo, en general son positivos. Sachs & Warner (1995). Scully (2002). | - | Aka (2006): Los resultados difieren según la variable proxy utilizada y el horizonte temporal analizado. Berggren & Jordahl (2005). Carkovic & Levine (2005). Edison et al. (2002). Feridun et al (2006): Encuentra un impacto positivo de la apertura comercial, pero no significativo de la apertura financiera. |
4.b) Distribución del ingreso
En el caso de la distribución del ingreso la situación es aún más compleja que en el caso del crecimiento económico, ya que los resultados se encuentran más atomizados. Como se observa en la Tabla 2, varios trabajos han encontrado que la globalización mejora la distribución del ingreso, mientras que otros tantos han llegado a la conclusión opuesta. Quizás la clave para esta contradicción pueda encontrarse en la tercera columna de la tabla, donde algunos trabajos reportan una relación en forma de U entre la globalización y la equidad distributiva. Así, el aumento de la globalización inicialmente tendría un efectos negativo sobre la distribución del ingreso, algo que comenzaría a revertirse a medida que la exposición a la misma se ve incrementada. Aún tomando por válidos esos resultados, sin embargo, no quedaría debidamente explicado que ese efecto no haya sido captado en otros trabajos. Esto indicaría que los resultados son en parte producto de la metodología empleada y los datos utilizados, con lo que difícilmente puedan generalizarse. Al igual que en el caso de la literatura discutida en el apartado anterior, los trabajos incluidos en la Tabla 2 tienen problemas asociados a la robustez de los resultados y la más que probable endogeneidad de la variable explicativa de interés, la globalización. Por ese motivo los resultados hasta aquí obtenidos no han permitido cerrar el debate teórico en torno al efecto distributivo de la globalización. Tabla 2 – Efecto de la globalización sobre la equidad distributivaBenévolo | Nocivo | Mixto o no significativo |
Berggren (1999). Scully (2002). Zhou et al (2011). | Atif et al. (2012). Bergh & Nilsson (2010). Carter (2007). Galiani & Sanguinetti (2003), aunque señalan que la globalización sólo explicar una porción pequeña del incremento en la desigualdad. Sharmin & Rayhan (2011). Hameed & Nazir (2009). | Ashby & Sobel (2008) no encuentran impacto significativo de la globalización en la distribución del ingreso. Asteriou et al. (2014): La apertura comercial mejora la distribución del ingreso, pero la apertura financiera la deteriora. Jalil (2012): La distribución del ingreso empeora con la apertura y empieza a mejorar a partir de cierto punto crítico. Jaumotte et al. (2008). Lee (2006) encuentra una relación de U invertida entre desigualdad y globalización. Wu & Hsu (2012) muestran que el efecto puede ser negativo o no significativo, dependiendo de la capacidad de absorción de IED. |
4.c) Otras variables objetivo
En el caso del impacto de la globalización sobre la tasa de pobreza los resultados son algo más homogéneos. De los trabajos revisados la mayoría apoya la teoría de que la globalización reduce la tasa de pobreza porque su efecto positivo sobre el crecimiento supera al efecto negativo sobre la distribución del ingreso (según la interpretación usual, aunque estas dos cuestiones no han sido del todo probadas, como se discutió anteriormente). Hay no obstante algunos trabajos que difieren de este resultado, como se observa en la Tabla 3. Algo similar ocurre en el caso del nivel de desarrollo financiero. Mientras algunos estudios encuentran –con reparos- una relación positiva con la globalización, hay otros que no encuentran una relación estadísticamente significativa. Tabla 3 – Efecto de la globalización sobre la tasa de pobreza y el nivel de desarrollo del mercado financiero localVariable | Benévolo | Nocivo | Mixto o no significativo |
Pobreza | Dollar & Kraay (2004). Hameed & Nazir (2009). Majid (2003). MacDonald & Majeed (2010). | Agenor (2004): La relación entre la pobreza y la globalización tiene forma de U invertida. Niveles muy bajos o muy altos de globalización incrementan la pobreza. Santarelli & Figini (2003): Dependiendo del indicador de globalización utilizado el efecto es positivo o negativo. | |
Desarrollo financiero | Chinn & Ito (2006), aunque para eso primero se deben cumplir ciertas condiciones en la economía. Falahaty & Law (2012). Klein & Olivei (1998), aunque señalan que los países en desarrollo se benefician menos que los desarrollados. Law & Demetriados (2006). | Kandil et al. (2013). Tovar García (2012). |