Revista Alumni

IAE Summit 2022: el rol del activismo empresarial

En el segundo panel del Summit, se debatió sobre el rol activo del sector privado en el ámbito geopolítico y cómo las empresas pueden fortalecer o disminuir las democracias, estando a la par de los estados a la hora de movilizar recursos.
Publicado Monday 6 de June de 2022

“No podemos ser indiferentes a los contextos que afectan nuestra operación. El sector privado es un peso en la balanza a la hora de definir el futuro de las democracias”, declaró el Alumni Héctor Pourtalé, director del Movement Health 2030, para inaugurar el segundo panel del IAE Summit 2022.

Las empresas más chicas no están exentas del rol, las PYMES participan de redes globales de valor y tienen mayor anclaje en sus comunidades de influencia. ¿Cuál es el rol que toman actualmente las empresas?

La profesora y moderadora, María José Murcia, directora del Centro de Estudios en Sustentabilidad e Innovación Social, hizo un recorrido desde la caída de la cortina de hierro en 1989 y cómo las empresas empezaron a encontrarse en contextos donde el estado estaba ausente o era muy débil.

Emergió la responsabilidad social y política de la empresa en comunidades con vacío de gobernanza. Las expectativas del consumidor también se expandieron: empezó a exigirle a la empresa ocupar roles cuasi estatales en los contextos donde operaba, y que se hiciera responsable no solo en el entorno más inmediato de su operación, sino por donde circulara su cadena de valor.

“Cualquier empresa que se inserta en una cadena de valor, tiene un rol que jugar y no queda ajena al conflicto, porque las repercusiones de ese conflicto pueden herir su reputación”, advirtió Murcia.

“No hacer nada no es gratuito”

En 2022, en el contexto de un mundo en guerra, la profesora resaltó que las organizaciones deben tomar una posición clara ante los conflictos. “No hacer nada no es gratis. Y actuar solo para la vidriera tiene un alto costo. No podemos ser neutrales”, enfatizó.

Alonso Verdugo, Chief Medical Officer para Latam de Microsoft, coincidió en las responsabilidades morales y éticas de las empresas, sobre todo en escenarios nuevos, nunca antes contemplados. Por ejemplo, ante la desinformación en Internet o en la puesta en práctica de sistemas de inteligencia artificial. “Tenemos un comité de ética para evaluar los usos que les dan nuestros clientes a las tecnologías de IA. El uso adecuado de la tecnología para proteger la privacidad y los derechos humanos es un desafío diario”, remarcó.

Educación en derechos humanos para las empresas

Rebeca Moreno Jimenez, Innovation Officer de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), se unió al panel desde Turquía. Habló sobre su rol en la protección de los derechos de los refugiados y la importancia de tejer alianzas para atender sus necesidades. “Las empresas toman un rol muy importante en la defensa de los derechos humanos, aunque hace falta educación y un papel más activo en la protección de los derechos. No solo se trata de apoyar con ayuda financiera, sino con habilidades técnicas. Es importante hacer alianzas estratégicas de conocimientos y habilidades. A veces me sorprende cuando las empresas hacen donaciones para aplicar tecnologías en lugares donde no hay nada. Por eso, hace falta preguntarse para qué lo estamos haciendo, por qué, y cómo nuestra intervención contrarresta el conflicto”, expuso.

En la misma línea, Verdugó contó el tipo de ayuda humanitaria brindado por Microsoft a Ucrania. No solo realizaron donaciones de los empleados a través de ONGs, sino que habilitaron tecnología para poder velar por la seguridad de las empresas. “Implementamos protecciones técnicas a organizaciones que trabajan con el gobierno ucraniano, para analizar desde adentro la posibilidad y el riesgo de vulnerabilidades”, explicó.

Además, Microsoft armó un equipo de respuesta a desastres, para que empresas, organizaciones gubernamentales y ONGs pudieran continuar sus funciones operativas.

“Las empresas no solo tenemos objetivos económicos. Movilizamos objetivos políticos, somos activistas, tenemos la responsabilidad de hacer cumplir y respetar los derechos humanos. Hoy por hoy, la resiliencia de una organización no se juega en los confines de la misma. Debemos pensar muy bien cómo nos insertamos en una cadena de valor, los riesgos políticos y sociales en esa cadena, y sumar la visión de organismos internacionales que nos pueden hacer más conscientes de esos riesgos. Trabajar colaborativamente es la única forma de hacerle justicia al desafío que tenemos delante y de hacerlo humanamente”, concluyó María José Murcia.