Ignacio Lizarralde, licenciado en Análisis Sistemas de la Universidad de Buenos Aires y EMBA 2019, cuenta su experiencia tras desvincularse de la empresa en donde trabajaba en plena pandemia
Ignacio Lizarralde es licenciado en Análisis Sistemas de la Universidad de Buenos Aires, tiene un máster en Integración de Sistemas de Información de la Università di Corsica Pasquale Paoli (Francia), realizó el EMBA en el IAE y habla cuatro idiomas (español, francés, portugués e inglés). Sin embargo, cuando comenzó la cuarentena, tuvo que desvincularse de la empresa donde trabajaba.
“Se redujo de forma considerable la inversión en tecnología y acepté una propuesta para retirarme. Fue un golpe en medio de la pandemia. Por más que tengo una carrera, conocimientos en varias industrias, experiencia internacional y trabajo en tecnología, me quedé sin trabajo y las dudas y miedos surgen igual. Estas situaciones son inesperadas. En el IAE hay muchos que están en esta situación. Por suerte ahí encontré una red donde me pude apoyar, eso tiene un valor enorme”, dice Ignacio, quien consiguió un nuevo empleo en septiembre.
El Alumni, recibido del EMBA en 2019, comenzó la carrera en sistemas en la UBA, en 1995. Al terminar las materias más demandantes, empezó a trabajar en NCR Argentina, una empresa de soluciones tecnológicas, implementando soluciones de procesamiento de pago para el sector bancario, que lo llevó a viajar al interior, en Córdoba, pero también a Puerto Rico y Panamá. “Desde el inicio tuve una perspectiva internacional”, cuenta. Luego renunció a la empresa para terminar la carrera universitaria y en 2001 se recibió.
“Cuando terminé la facultad, comencé a trabajar en la consultora internacional KPMG Consulting, en proyectos de tecnología para el sector público en organismos de la administración central. La crisis de 2001 obligó a la empresa a reducir sus equipos. Planifiqué entonces un viaje de siete meses por Europa. Ahí empecé con la idea de irme al exterior a hacer una experiencia laboral y de vida”, dice.
Si bien evaluó quedarse en Madrid a estudiar un posgrado después de su viaje de mochilero, volvió al país para trabajar en un proyecto en un banco con la filial argentina de Fiserv. Aunque no duró mucho en Buenos Aires, ya que al año fue aceptado para realizar un posgrado en Integración de Sistemas de Información en Córcega, la isla mediterránea montañosa de Francia.
“Una parte importante del programa de estudios consistía en hacer una práctica en una empresa y gracias al contacto de un profesor, conseguí una pasantía en una startup de tecnología en servicios móviles, en París. Estuve cuatro años trabajando con ellos, desarrollando un producto para que las empresas de medios tengan una presencia digital en los teléfonos móviles. Esto era antes de que nacieran los smartphones modernos, cuando había una dificultad de tecnología muy grande para poder llevar internet a los teléfonos celulares”, dice.
Vivió 10 años en París, donde trabajó en Octo Technology, una empresa que tiempo después fue adquirida por Accenture. “Era una consultora de tecnología con una cultura muy fuerte en transformación e innovación tecnológica, con perfiles de distintos backgrounds; un ambiente muy rico, desafiante y de colaboración. Prestábamos servicios de consultoría para definir cómo fusionar los sistemas de información en una fusión de dos bancos, la transformación ágil de los equipos de tecnología, el diseño y construcción de un producto digital”, explica.
El regreso a la Argentina
En 2010 la empresa decide acelerar su internacionalización y se expande al mercado brasileño, donde Ignacio fue Director de Tecnología en la nueva filial de San Pablo, con el objetivo de crear el equipo local, desarrollar la práctica y liderar los primeros proyectos. Allí estuvo hasta 2013, cuando volvió a París donde nació su hija. Mientras tanto estuvo buscando oportunidades para volver al país. “Mi mujer es argentina y queríamos volver para que nuestra hija creciera cerca de sus abuelos, tíos y primos. Después de 10 años en París, estábamos bien adaptados en la cultura francesa, pero nos faltaba la familia, que considerábamos importante para nuestra hija”, cuenta.
Ignacio regresó a Argentina a finales de 2013 con una propuesta para tomar una de las gerencias de Arquitectura y nuevas Tecnologías de una de las empresas industriales más grandes del país. “Me sumé a la empresa en una etapa de fuerte inversión y transformación tecnológica.”, dice.
En la compañía estuvo casi siete años pero el impacto del Covid redujo fuertemente la inversión en tecnología y aceptó una propuesta para retirarse. Si bien pasó unos meses de incertidumbre, en septiembre ingresó al equipo Digital de una empresa internacional líder en consultoría estratégica.
“En el IAE encontré una red inmensa de apoyo, en el área de desarrollo de carrera, en los compañeros de camada, en la red de alumni y en los profesores. Las ideas que pude sacar en estos tres meses fueron increíbles. Fue una etapa para dedicarme a pensar en mi carrera, a reencontrarme con las cosas que me gustan hacer, conocer a muchas personas y descubrir nuevas posibilidades”, contó.
“En el IAE, además, Lucrecia me puso en contacto con headhunters, con la red de Alumni y con Carolina Flores, como mentora, con años de experiencia en la industria tecnológica. Me ayudó bastante, al igual que todos mis compañeros de la camada del IAE y los profesores, en especial Francisco Díaz Hermelo y Fausto García. Tengo una larga lista de agradecimientos: a mi mujer, mis amigos, al IAE, y a mis antiguos colegas”, concluyó.