María Migliore, PAD 2019, es ministra de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires.
María Migliore, ministra de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires, eligió estudiar Ciencias Políticas para darle curso a su vocación de transformación social. Lo había decidido luego de trabajar desde chica en barrios populares, a los cuales se acercó a través del colegio privado religioso al que asistió.
“Veía una realidad distinta a la que vivía en casa. Por el colegio al que iba, gran parte del compromiso religioso pasaba por el compromiso social. Era una realidad que me interpelaba y elegí el camino de la política como gran herramienta para transformar en escala y a nivel sistémico”, dice María, quien se crió en Bella Vista, partido bonaerense de San Miguel.
Luego de recibirse de la Universidad Católica Argentina (UCA), su primera experiencia laboral fue en la Casa de la provincia de la Mendoza, donde le daba apoyo técnico a los intendentes que iban a Buenos Aires a buscar financiamiento nacional.
Su siguiente paso fue en el Gobierno de la Ciudad, cuando Mauricio Macri era jefe de Gobierno y Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gabinete. “Fui parte del equipo de Jefatura que implementó los expedientes digitales. Eso me enseñó a entender cómo se gestiona el Estado y cómo son los procesos administrativos”, cuenta.
Pasado un tiempo, se retiró para trabajar en una fundación en temas vinculados a lo social, donde estuvo dos años.
En 2015, Rodríguez Larreta fue elegido jefe de Gobierno y la convocaron para trabajar en los asentamientos de la Ciudad. “Tenía varios amigos con los que había seguido en contacto. Lo distintivo fue trabajar con organizaciones sociales y curas villeros, que me hizo conocer mucho la realidad de los barrios”, recuerda.
A poco menos de un año, Larreta la designó gerente General del Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), donde llevó adelante la integración social y urbana de barrios populares de CABA.
En diciembre de 2019, luego de ser reelegido, el jefe de Gobierno la eligió como ministra. Tres meses después, llegó la pandemia y la crisis económica afectó de manera directa a los sectores de bajos ingresos.
“Gestionar en una pandemia es el desafío más grande que me tocó asumir, porque hay que hacerlo en tiempos de incertidumbre. Cuando comenzó, no sabíamos de qué se trataba la crisis, y tuvimos que diseñar un plan estratégico con la poca información que teníamos y ejecutarlo”, dice la funcionaria de 35 años.
“El panorama social está difícil. La pandemia está dejando una crisis social de gran magnitud. Por eso se hace más urgente que podamos encontrar caminos de desarrollos nuevos. Hay que sentar a todos los actores en la mesa y encontrar un camino común entre todas las alternativas políticas. No hay desarrollo sin sector privado”, agrega.
Proyección
“Hoy estoy muy comprometida con el rol que me toca cumplir. A la Argentina le falta encontrar una vuelta para pensar la política social más desde la integración y el desarrollo y no tanto desde lo asistencial. Una política social diseñada en clave económico-productiva”.
“La Argentina perdió la capacidad de lograr que, si uno se esfuerza, va a estar mejor. Hoy me animo a ser parte de un proyecto que busca reconstruir. Mi carrera se fue dando de manera natural. Me gusta mucho lo que hago, soy una privilegiada de trabajar de lo que hago. Lo bueno de Horacio es que se van haciendo realidad las cosas. Nos falta mucho también”, reconoce.
María está casada con Lucas y tiene dos hijas, Guada (7) y Cande (4). “Todas las mujeres que trabajamos estamos atravesadas por estos desafíos de compaginar la familia con la carrera profesional. Lucas es mi gran compañero, sin él no podría llevar adelante esto, somos un equipo en todo lo que vamos eligiendo. Y después está mi equipo de laburo, que me acompaña y en el que puedo delegar. Es parte del desafío también que sea más fácil para las mujeres conciliar una vida laboral y personal, con cuidados más compartidos y roles más equilibrados”, indica.
La ministra cursó dos programas en el IAE: el de Gobierno, en 2011, y el de Alta Dirección (PAD), en 2019. “Cuando me designaron gerente general del Instituto de Vivienda, que es un organismo autárquico, tenía a cargo una ejecución presupuestaria muy grande, ya que estábamos a cargo de todas las obras de los barrios populares. Por eso me anoté en el PAD, quería incorporar herramientas concretas y compartir la experiencia con mis compañeros, hasta de los problemas que teníamos”, cuenta.
“El intercambio entre el sector público y el privado es muy importante. Hay herramientas de liderazgo que son complementarias. Hice toda mi carrera en el sector público y quería sumar otras aptitudes de gestión. Fue una experiencia súper rica, por lo que aprendí y por la gente que conocí”, concluye.