La pandemia dejó al descubierto brechas digitales y físicas en el acceso a la salud. Muchos son los desafíos que hay que gestionar para que la transformación digital no solo no las profundice, sino que las resuelva.
El Alumni Héctor Pourtalé, coordinador del evento y director del Movement Health 2030 introdujo a la audiencia en el tema haciendo referencia a los cuatro ejes de la transformación de la salud. Primero, modernizar la jornada del usuario para cambiar de un modelo de atención física a “modelos digitales asincrónicos”, en los cuales la persona obtenga atención en el tiempo y el lugar donde la necesite y que pueda acceder según sus propias condiciones.
Segundo, la transformación digital del modelo. Tercero, la identificación de nuevos modelos de financiación que entiendan a la salud no como un gasto, sino como una inversión en la capacidad productiva de la población. “Ver a la salud como una oportunidad de generar valor”, resaltó Pourtalé.
El cuarto y último eje para transformar la salud es avanzar hacia una medicina pública personalizada, un tema que surgió varias veces a lo largo de la charla.
Una región en estado delicado
Bajo el título “Qué sistemas de la región avanzan más rápido y qué podemos aprender de ellos”, Cristian Mazza, presidente de ALAMI (Asociación Latinoamericana de los Sistemas Privados de Salud), brindó una radiografía del estado de la región según 5 dimensiones de análisis.
Las perspectivas generales que mencionó fueron: un mayor envejecimiento que encarece el sistema de salud, una aceleración de los derechos del paciente, una demanda creciente de financiamiento y una mayor carga de enfermedad. Algunas de las soluciones macro que indicó Mazza fueron: proteger la infraestructura sanitaria y productiva del sector privado de salud, conceder señales claras e incentivos para continuar invirtiendo en la actividad y generar una estructura jurídica sólida en un modelo sustentable.
El experto expuso, también los determinantes sociales de las desigualdades en salud y repasó los sistemas sanitarios en diversos países de la región, donde público y privado suelen convivir. Destacó avances en algunos países, por ejemplo, en Colombia la existencia de una plataforma centralizada interoperable para mejorar el diagnóstico médico. “Solo sirven conquistas científicas si son accesibles a la población”, concluyó, citando al primer ministro de salud del país, Ramón Carrillo.
“La pandemia nos encontró sin regulación”
Marisa Aizenberg, directora académica del Observatorio en Salud de la Facultad de Derecho, UBA, coincidió en que “la pandemia ha dejado una profunda crisis sanitaria y social en una América Latina que ya estaba en crisis, con desigualdades evitables”. Mencionó un informe de CEPAL que proyectó un retroceso de 37 años en los niveles de pobreza en América Latina y el Caribe a partir de la pandemia. “Ya hemos visto el diagnóstico (regional). Ahora es la oportunidad de desarrollar y alcanzar metas de sistemas resilientes para las próximas pandemias y para evitar profundizar estas brechas en los hogares más postergados”, afirmó.
Al igual que Cristian, repasó los desafíos comunes a toda la región relacionados con diferencias estructurales históricas, el nuevo mapa epidemiológico, medicamentos de alto costo y un sistema judicial no preparado para enfrentar esto. “El sistema regulatorio no está listo para los nuevos tipos de medicamentos que se presentan en el mercado o para las nuevas tecnologías. La pandemia nos encontró sin regulación”, advirtió.
De acuerdo con Marisa, “los sistemas legislativos pueden actuar como aceleradores u obstáculos”. La falta de legislación específica desincentiva el uso de tecnologías novedosas. “Hay que tener claridad jurídica para llegar a acuerdos y reglamentaciones compatibles entre los países, muy especialmente con el tema de los datos”, remarcó.