Redescubrir la misión de la empresa. Una entrevista a Enrique Shaw
A través de una metodología cualitativa, los autores se proponen dar respuestas a los desafíos de hoy a partir de distintas intervenciones históricas del fundador de ACDE
Por Sara Crito de Shaw y Héctor Rocha (Profesor del IAE)
¿Cuál es el rol de las empresas en el desarrollo integral de las personas, las organizaciones y las comunidades? En un artículo previo[1], se argumentaba que, para entender la relación entre empresa, negocios y desarrollo es necesario redescubrir la misión de la empresa. Esta afirmación se basa en tres hechos relevantes: los criterios elaborados a partir de la filosofía y las ciencias sociales[2]; el resurgimiento de la dirección de empresas como una fuerza para el bien, teniendo como nortes la dignidad humana y el bien común[3]; y la experiencia de empresarios que han dejado huella tanto con su ejemplo como personas como con su obrar. Respecto de este ultimo hecho relevante, es decir, experiencias de empresarios y dirigentes, para poder aprender de estas es necesario un proceso de investigación cualitativa, basada en la historia y en entrevistas en profundidad. Por ejemplo, en una entrevista a Jay Coen Gilbert, cofundador de B Labs, se profundizan las premisas del sistema capitalista a la luz de la experiencia de las B Corporations, que son empresas con un triple propósito: económico, social y ambiental. El presente artículo sigue esta línea experiencial: se le plantean las mismas preguntas a Enrique Shaw (1921-1962), empresario argentino que priorizó el bien común y promovió el desarrollo humano en las empresas donde trabajó, inspirándose en la Doctrina Social de la Iglesia. Fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), entidad que forma parte de la Unión Internacional de Empresarios (Uniapac)[4]. Las respuestas fueron elaboradas a partir de una metodología de investigación cualitativa, utilizando conferencias, biografías, entrevistas y especialmente sus documentos personales, los cuales se encuentran detallados al final del artículo. I.- Contexto: El sistema capitalista está bajo asedio. “¿Cómo arreglar el capitalismo?” (Harvard Business Review), “Capitalismo 2.0” (Drucker Conference) y “El capitalismo cuestionado” (Academy of Management Conference) son solo algunos de los títulos con los que prestigiosas organizaciones, académicos y profesionales han resaltado el alcance de la crisis. ¿Estamos presenciando la caída de un sistema para dar paso a uno nuevo? ¿Es posible encontrar la solución dentro del propio sistema capitalista, haciendo algunos ajustes, o deberíamos buscar nuevas hipótesis y empezar de cero? “La economía forma un todo, es decir que no es ya posible disociar la economía de la empresa de la economía nacional, ni aun de la mundial. No se puede concebir la empresa sin una referencia a una economía global, ni sus planes individuales sin su armonización con los generales. La empresa necesita una economía en desarrollo y, a su vez, el desarrollo económico necesita de la empresa” (SHAW, 2010: 98).“Lamentablemente, durante generaciones enteras la atención de los empresarios se concentró en la sola vida de sus respectivas empresas. Esto se explica, en parte, por la convicción de que la búsqueda del propio interés de cada uno era la mejor garantía de la realización del interés general. (…) De todos modos, todo esto condujo a un concepto de empresa como ente particular o privado, que puede ser equívoco cuando significa prácticamente que el funcionamiento de la empresa, en la determinación de sus objetivos, se realiza sin preocupación alguna por la relación con la colectividad nacional” (SHAW, 2010: 98-99). “Esa visión está evolucionando, en especial porque hoy se reconoce generalmente el hecho de que las decisiones de ciertas empresas afectan de manera decisiva la satisfacción de las necesidades de todos los miembros de la comunidad nacional. En muchos casos, especialmente cuando se trata de empresas grandes, los efectos de las decisiones son irrevocables. Si no caben las decisiones dentro de las posibilidades de la economía nacional, pueden resultar perjudiciales para todos. Esto se verifica, sobre todo, en el campo de las inversiones. Son estas decisiones de gran alcance y se proyectan en un futuro lejano. Por otra parte, dado que surten sus efectos solo a largo plazo y, en muchos casos, no se manifiestan públicamente, sino después de un tiempo largo de preparación, resulta el peligro de que los programas de inversión de varias empresas particulares se multipliquen o se contradigan mutuamente, de tal manera que no sea posible restablecer una armonía posterior de programas ni remediar el perjuicio ocasionado a la economía general” (SHAW, 2010: 99). “Prácticamente, la armonía de los programas y planes de varias empresas no se consigue sin una armonización consciente, una ‘economía concertada’, o sea, sin una planificación común. Se entiende que esto no significa planificación estatal, que resultaría innecesaria si todas las fuerzas económicas de la nación (todas las empresas y todos los grupos que participan en las actividades de las mismas) colaboraran espontáneamente en la preparación y en la ejecución de un plan económico armonizado. “A veces surge la idea de que no hay planificación sin planificación imperativa, autoritaria, impuesta por la fuerza, especialmente por la fuerza pública. Es la idea más perjudicial para el indispensable desarrollo de la planificación. De hecho, y en un principio, la planificación más perfecta no es la más autoritaria, sino, al contrario, la más libre, aceptada y voluntaria. Solo cuando faltare aquella colaboración, y en la medida en que faltare, puede el Estado verse obligado, por razones del bien común, a provocar la reunión de quienes tienen el deber de armonizar sus programas (…)” (SHAW, 2010: 99-100). “La empresa libre solo puede encontrar seguridad para su desarrollo en una democracia y la democracia no existe donde no hay sindicatos, porque su ausencia provoca tal intervencionismo del Estado que mata la libertad económica y con ella la libertad política” (SHAW, 2010: 32). “Desde un punto de vista económico, nada es más necesario para la prosperidad de un país que dejar un gran campo libre a la libertad y a las iniciativas de los hombres que tienen el coraje de asumir grandes responsabilidades personales y de poseer empresarios capaces, activos y honrados” (SHAW, 2013: 54). “La empresa privada es inmejorable para producir bienes, y lo que mejor se acuerda a la dignidad del hombre. Pero que no vaya contra el bien común. Que sea bien distribuido el fruto. Una patronal que no busca más que defender su posición es incapaz de mantener la paz social” (SHAW 2013: 59- 60). “Debemos fomentar el desarrollo, sobre todo donde se emplea mucha mano de obra, donde se utilizan recursos naturales, donde se reemplazan las importaciones, donde se incentiva la exportación. Es necesario defender a la clase media, resistir las presiones inflacionarias sobre el costo de vida, tanto del sector obrero como del empresario. Tenemos que continuar con el cambio de estructuras en marcha, dando prioridad a la productividad obrera y empresaria: No se trata de protegerlo todo, sino de lo que se puede hacer económicamente, competitivamente. Triángulo de los economistas: hay que tratar de equilibrar la libre empresa, la expansión y el pleno empleo” (SHAW, 2013: 58- 59). “No hay que descuidar el progreso técnico ni el económico. Hay que extender la propiedad privada. Es necesaria una distribución más justa de las riquezas. Hoy es cosa sabida que nada anda bien en una sociedad en la que muchos están mal” (SHAW, 2013: 55). II.- Compañías: ¿Cuáles son las características de un sistema socioeconómico con rostro humano, social y medioambiental, además de fomentar la prosperidad material? ¿Cuáles son los objetivos de la empresa? “Un desarrollo que fuera solamente económico, considerado como un fin en sí mismo, tarde o temprano deberá afrontar las consecuencias de su desequilibrio respecto del hombre, y lleva fatalmente al desorden y a la tiranía. Es así como los regímenes marxistas necesariamente son tiránicos, dado que solo procuran resolver los problemas económicos” (SHAW, 2010:147). La empresa tiene las siguientes dimensiones:La empresa necesita una economía en desarrollo y, a su vez, el desarrollo económico necesita de la empresa
- “a) es una realidad económica que se presenta como un sistema de recursos (de trabajo, capital, conocimientos técnicos, etcétera) organizados a fin de producir y vender bienes o servicios en un medio que la supera, el mercado;
- b) es una realidad humana que se presenta como una vinculación organizada de hombres entre sí y con la empresa, integrados en un orden jerárquico y con funciones definidas de acuerdo con los objetivos económicos de la empresa;
- c) es una realidad jurídica que se presenta como integrante de un sistema de relaciones externas que la vinculan con un conjunto de organismos y de fuerzas sociales que la trascienden (el Estado, cámaras patronales, sindicatos, opinión pública, etcétera)” (SHAW, 2010: 79-101).

- Producir bienes o servicios para satisfacer auténticas necesidades humanas (fin externo).
- Proveer retribuciones adecuadas para las diversas categorías de personas gracias a las cuales ella existe, funciona y se desarrolla, que son los aportadores de trabajo incluso en funciones dirigentes y los aportadores de capital (fin interno).
- Unir a los hombres.
- Desarrollar a los hombres.
- Contribuir al bien de la comunidad de la que forma parte (bien común).
La empresa, que es un lugar natural de encuentro donde miembros de los más diversos sectores de la sociedad durante varias horas por día tienden a un fin común, por lo tanto no debe ser un lugar donde se creen o intensifiquen las oposiciones de intereses o luchas de clase, sino, al contrario, debe ser un campo e instrumento de un nuevo orden social“Para lograr la comunidad a que aspiramos son necesarias varias condiciones, pero sobre todo es indispensable un auténtico y fraternal espíritu comunitario. Este está compuesto por muchos elementos, por los diversos aspectos con que se proyecta sobre la tierra una verdadera caridad. En nuestro país, uno de los que tal vez son hoy más necesarios que nunca es el querer COMPRENDER (“corazón capaz de comprender, de sentir la miseria de los otros y la nuestra, que eso quiere decir misericordioso” )” (SHAW, 2010: 193 y 48). “Es psicológicamente necesario que el hombre medio no ‘sienta’ que las empresas lo oprimen, le impiden su progreso, sino que, a nuestro entender, el bien común exige hoy más que nunca que la gente tenga esperanza; por lo tanto, el conjunto de empresas de un país debe sembrar legítimas esperanzas y asegurar el razonable cumplimiento de las mismas. En este sentido encuentro admirable el eslogan de una conocida empresa norteamericana: ‘El progreso es nuestro producto más importante’ (suponiendo naturalmente que por progreso se entiende no únicamente el técnico). Si ellas no lo hicieran, el comunismo, gran aprovechador de las deficiencias del orden social, con el dinamismo que lo caracteriza, sabrá, sin duda, capitalizar en su provecho esa sed cada vez más insatisfecha de un mundo mejor” (SHAW, 2010: 102). “Por el contrario, si se cumplen los verdaderos objetivos de toda empresa, ella no será más un fin en sí, ni un instrumento de sojuzgamiento del hombre por el hombre como nos quiere hacer creer el marxismo, sino ciertamente un instrumento al servicio de los hombres, más aún, por su contribución al desarrollo de la economía y de la personalidad de cada hombre, un factor de civilización” (SHAW, 2010: 102). “La empresa debe ser fecunda, debe contribuir al aprovechamiento racional de los bienes de la tierra: a ella también se le aplica la parábola evangélica de los talentos. Todos los ‘talentos’ que colaboran en la misma deben ser utilizados de modo que contribuyan al desarrollo y a la armonía de la sociedad de la que forma parte; no solo el dinero ─talento peligroso pero poderoso─, sino también los hombres. ¿Quién puede dudar que el hombre es el más valioso de los talentos con que cuenta la empresa, el que mejor puede fructificar, el que ofrece, aun desde el punto de vista económico, mayor capacidad de rendimiento, ya que contiene en sí mismo una semilla espiritual de posibilidades casi ilimitadas?” (SHAW, 2010: 100-101). “El mantenimiento del carácter privado de la empresa debe encontrar su justificación en la capacidad de la libre empresa para enfrentar las cargas, los riesgos y las responsabilidades de carácter económico y de carácter social que de otro modo terminarían por ser asumidas exclusivamente por la colectividad. Además, dada la posición que de hecho ejercen en todo lo económico-social, tienen, en su conjunto, graves deberes de caridad social. Por ejemplo, el de contribuir a la expansión futura de la sociedad, no solo mediante la reposición de su capital propio a través de los fondos de amortización, sino ayudando a la formación de un sistema educacional que permita que la gente capaz pueda desarrollar sus aptitudes. Este es el fundamento teórico del permitir a estudiantes efectuar ‘etapas de aprendizaje’ en las diversas secciones de una industria, aunque luego de terminados sus estudios no continúen en ella” (SHAW, 2010: 101-102).

Los dirigentes de empresa tienen por misión específica ser ‘hombres de empresa’ que acrecientan la vitalidad económica y promueven el desarrollo de la personalidad humana, para lograr así una economía ordenada y dinámica que sea una de las bases de la paz social; deben ser un agente multiplicadorLos paradigmas dominantes en los niveles académicos y de los negocios muestran a los directivos y emprendedores motivados por las ganancias económicas. ¿Usted cree que se trata tan solo de un paradigma o que es algo propio de la naturaleza humana? “Beneficios: ¿objetivo o motivación? (...) Además de compensación por un servicio prestado, el beneficio debe ser estímulo por los riesgos que necesariamente corre quien actúa en el campo económico ─sea persona o empresa─, riesgos que son costos genuinos hasta que el futuro se haya convertido en pasado. Por lo tanto, un mínimo de lucro, adecuado a los riesgos tomados, es condición absoluta de subsistencia, no solo para el agente económico, sino para toda la sociedad, pues no existe una fórmula mágica que permita vivir a una empresa acumulando pérdidas, y a menos que tomemos esto en cuenta destruiremos la capacidad de producir” (SHAW, 2010: 87). “Por otra parte, hay una cierta paradoja en discutir la legitimidad del beneficio cuando el mismo constituye la materia impositiva de la cual se alimenta la mayor parte de los presupuestos públicos. Por todo ello, un dirigente de empresa que deliberadamente, por negligencia o por incapacidad, no cuida el rendimiento financiero de la misma es no solamente un mal empresario, sino igualmente un mal ciudadano” (SHAW, 2010: 87-88). “Pero nótese que esta justificación del beneficio en cuanto poderoso e indispensable estímulo de la actividad productiva es muy distinto de maximizar la ganancia como objetivo de la empresa. Lo que corresponde preguntar es: ¿cuál es el beneficio mínimo que necesita una auténtica empresa? y no ¿cuál es el máximo que se puede ganar?” (SHAW, 2010: 88). “Si una empresa sube los precios de una manera irresponsable, cobrando el máximo que el mercado pueda pagar simplemente porque tiene poder para hacerlo, está trastornando los valores implícitos en el sistema económico (...) y anteponiendo su afán de lucro al servicio del público consumidor” (SHAW, 2010: 88). “En otras palabras, es legítimo y necesario como motor de la economía pero no como fin único” (SHAW, 2010: 89). “El fin primario es producir bienes y servicios: la utilidad es un fin secundario, es un motor para que la gente produzca ese servicio. Es legítimo en cuanto favorece al primario y no lo contradice” (SHAW, 2013: 58). BIBLIOGRAFÍA: SHAW, E. (2010), “…Y Dominad la Tierra”. Mensajes de Enrique E. Shaw compilados por Fernán de Elizalde, 1ra. edición, Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), Buenos Aires. Ver en www.acde.org.ar/causa/libro_es_dominad_la_tierra_ok.pdf. SHAW, E. (2013) Enrique Shaw, notas y apuntes personales. Compilación por Adolfo Critto. Buenos Aires. Claretiana. [1] Ver “Descubrir y vivir la misión de la empresa” (Rocha, 2014). [2] Ver, por ejemplo, Sison (2016), “Virtue Ethics”. [3] Ver, por ejemplo, la última Academy of Management Conference, cuyo título fue “Making Organizations Meaningful” y uno de sus simposios más relevantes, titulado “Rethinking Management around Dignity and Well-Being”. Mas evidencias pueden encontrarse en Rocha (2013; 2014) [4] Para más detalles, ver http://www.enriqueshaw.com/.