Martín Porras, dueño de Crosshipping, un operador logístico internacional, cuenta cómo nació Shipping Hope, el programa de RSE de la empresa, inspirado en la historia de Gonzalo Erize, un joven argentino que salva a personas en situaciones límites
La historia de Gonzalo Erize, un joven argentino que dio todo lo que tenía para salvar la vida de Saun, un chico de Laos, le impactó tanto a Martín Porras que lo impulsó a actuar. Porras, dueño de Crosshipping, un operador logístico internacional, escuchó el caso de Erize en un encuentro del IAE sobre Recursos Humanos, en marzo pasado, y cuando terminó la jornada se acercó a hablarle. Desde hacía años que el Alumni, de 39 años, quería implementar un programa de RSE en Crosshipping, pero no sabía cómo desarrollarlo. La compañía, que emplea a 20 personas, ya había realizado algunas acciones aisladas de RSE: había enviado materiales a una escuela en el Chaco, colaboraba mensualmente con la fundación Conin en Tigre y también con un centro de fertilidad natural. Pero el ejecutivo quería desarrollar un proyecto más integral. Eso le comentó a Gonzalo y juntos idearon un plan de acción. Así nació Shipping Hope, el programa de RSE de la compañía. “El proyecto está inspirado en la ONG de Gonzalo, Saun Social, que ayuda a personas en situaciones extremas y hace que las cosas que parecen imposibles sean posibles. Es un sistema one on one. Es decir, hay que enfocarse en solo un caso para resolverlo y luego se elige otro”, cuenta Porras. Hoy un equipo de cinco empleados de Crosshipping está ayudando a Magalí y sus cinco hijos de entre uno y 12 años que viven en la calle. La idea es trabajar por algunos meses con ellos hasta que salgan adelante. En pocos días ya se pueden apreciar los primeros logros: la familia ya no está en la calle, vive en una pensión y se les están tramitando los documentos a todos los integrantes. “Desde Crosshipping queremos involucrarnos con la problemática social actual. Creo que todos podemos ayudar a cambiar vidas desde nuestro lugar. Se ayuda desde lo económico, pero mucho más importante es estar ahí para la familia y sus diferentes necesidades”, dice el Alumni y cuenta a modo de ejemplo que hace uno días le festejaron el cumpleaños a la hija más chica de Magalí. El objetivo de Porras es que el programa se expanda y que en los próximos meses más empleados de Crosshipping participen de otros casos. “Quiero que sea algo a largo plazo. Según Gonzalo, el sistema de one on one funciona porque cuando pasan dos o tres años uno se da cuenta cómo cambió todo”, apunta el antiguo alumni.El puntapié inicial
Gonzalo sabe de lo que habla. Hace tres años, el joven estaba de viaje en el pequeño pueblo de Póng Khám, el Laos, en donde se encontró por casualidad con Saun, un chico de once años que sufría una extraña enfermedad. Nadie sabía en el pueblo por qué a pesar de ser flaco y desgarbado Saun tenía una panza enorme y huesos muy frágiles. Afectado por la situación, Gonzalo recorrió los hospitales laosianos, pero ningún médico pudo identificar la enfermedad. Pero no se rindió y decidió viajar a Tailandia para tener un diagnóstico exacto. Luego de varias consultas, en el Hospital Pediátrico de Tailandia le dieron el diagnóstico: Saun sufría la enfermedad congénita de Hirschsprung, que produce una dilatación extrema del colon. El problema era que había que operarlo cuanto antes y la cirugía costaría 10.000 dólares; una cifra imposible de costear para él. Gonzalo realizó entonces un crowdfunding a través de Internet. En menos de 10 días, recaudó 15.000 dólares. Saun pudo ser operado y luego de un tratamiento que duró tres semanas fue dado de alta. Con lo que había sobrado de la recaudación, Gonzalo ayudó a un refugiado paquistaní desesperado porque su hija necesitaba un caro tratamiento. Otra parte del excedente lo destinó a iniciar un nuevo hogar para Saun y su familia. Saun fue el primer caso que tuvo Gonzalo. Luego de que la historia trascendiera en los medios recibió cientos de mails de gente que necesitaba ayuda y empezó a contactarse con voluntarios para formar la ONG Saun Social. En mayo pasado, Gonzalo invitó a Saun y a su madre a Buenos Aires y los tres visitaron las oficinas de Crosshipping. Para Porras fue una visita emocionante y “un puntapié muy grande para lanzar Shipping Hope”. El Alumni confiesa que desde que fundó Crosshiping, hace once años, pensaba en cómo poder colaborar con los que más lo necesitan y por eso está feliz de haber lanzado el proyecto. “Cuando uno forma una compañía no es solamente para ganar plata, sino que la idea es trascender. El poder que nos da formar una compañía es poder colaborar con la sociedad”, reflexiona. Porras sostiene, además, que para desarrollar una acción de RSE es importante que las compañías se involucren de lleno y les brinden tiempo a los empleados para poder ayudar. Erize, por su parte, destaca que Crosshipping es una empresa con muchas ganas de hacer algo por el otro. “Querían que su sector de responsabilidad social empresaria transcendiera a todos los empleados. Fue esta la razón que los movilizó. Creamos un equipo de acción que va estar empoderado por todos los miembros de su equipo. Todos van a hacer algo”, explica. Según el joven, el objetivo de la iniciativa no es que las personas tengan una experiencia, sino que sean actores de cambio, “que realmente sientan que están impactando en la sociedad -dice- y están cambiando el pequeño mundo de una familia o cuantas ellos decidan ayudar. Que sean responsables y hagan propio el problema. Así convierten en protagonistas y muchos se dan cuenta y sacan el líder que tienen dentro”. Gonzalo cuenta que además de Crosshipping, distintas compañías se acercaron a Saun Social con la necesidad de crear un programa de voluntariado “customizado” en el cual sus empleados elijan a quién impactar y de qué manera. “Son compañías que no quieren delegar sus acciones de impacto social. Ellos mismos buscan ser actores de cambio. Toman el problema y lo resuelven diseñando un plan de acción establecido en conjunto con Saun”, sostiene. “No nos focalizamos en que las compañías elijan una causa sobre la cual actuar, sino en que brinden soluciones y herramientas a familias específicas. Buscamos impactar en los índices de pobreza e indigencia nacional de manera directa. Cuando logramos que una familia en situación de calle pase a vivir una vida digna, gracias al accionar de una compañía, es una familia menos en situación de vulnerabilidad. Imaginemos que cada empresa eligiese una o más familias hicieran propia las problemáticas y les dieran una nueva oportunidad en la vida...”, explica Erize.Soñando en grande
En tanto, Porras piensa en grande. Su sueño es que Shipping Hope no solo se implemente en Buenos Aires, sino también en las oficinas que tiene la empresa en Chile. Además, el año que viene la idea del Alumni es abrir una sucursal de la compañía en Perú y en 2019, en Colombia, en donde también busca que se implemente el programa de RSE. Y más allá de las oficinas de la compañía, el Alumni dice que le gustaría que los clientes y proveedores tomen a Crosshipping como ejemplo para replicar el programa y que se pueda ayudar así a cada vez más personas. “Recién empezamos, pero pienso que seguirán surgiendo familias, personas o diferentes casos y creemos en poder cambiar y mejorarle la vida a alguien. Como aprendí de mi amigo Gonzalo ‘salvar vidas está al alcance de todos. Hay que querer poder’”, concluye.***