No todo conflicto de pareja tiene una crisis amorosa en sus causas, pero inevitablemente lo tiene en sus consecuencias. Bajo esa premisa, el Magíster en Caridad y Excelencia Educativa por la Universidad de Santiago de Compostela y Licenciado en Ciencias para la Familia por la Universidad Austral, José María Randle, propuso descubrir las zonas conflictivas de la pareja y detalló cuáles son las herramientas para fortalecer el vínculo.
“Solo el amor salvará el mundo”, comenzó Randle en su presentación dirigida a los denominados “trapecistas del amor”, que integran un matrimonio. Y alertó: “El amor salva al mundo, pero hay dos inconvenientes: primero entender en qué mundo estamos y saber qué es el amor. El mundo que nos rodea es superficial, líquido, individualista y masificado. Entonces, el amor va contracorriente a eso porque es cruz, luz, deber y decisión, humano y frágil”.
Sobre estos cuatro conceptos, detalló que el amor “implica cierto vencerse a uno mismo”, un sacrificio por el bien del otro; una resignificación que “transfigura las realidades, purifica y enaltece”. En tanto, agregó que “los dos deben remar bajo la misma dirección” y “necesita la preferencia reflexiva de todos los días”, así como comprender que “hombres y mujeres valemos distintos, pero somos absolutamente diferentes y complementarios”.
“No todo conflicto de pareja tiene una crisis amorosa en sus causas, pero inevitablemente lo tiene en sus consecuencias. Acrecientan el amor o lo destruyen. Si una pareja dice que no tienen problemas no dice la verdad o viven una simulación recíproca”, dijo el orientador familiar por el instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral y Profesor por la Universidad Católica de Santiago del Estero. Y agregó: “Es lógico que surjan conflictos porque madurar duele y convivir con otra persona cuesta”.
“Hay que empezar a distinguir que, si bien pueden existir conflictos, algunos pueden aparecer por tonterías. Otras veces hay fundamentos más serios. Hay que entender que tenemos que luchar por distinguir conflictos y poner los remedios que corresponden. Si los conflictos son más seguidos, son letales como la pérdida de respeto, el sufrimiento, el resentimiento, la venganza, la infidelidad”, describió Randle.
13 puntos
Sobre los conflictos el especialista hizo especial hincapié en la posibilidad de resolverlos, ver qué cosas mejorar, poner voluntad y buscar soluciones concretas, algo que necesita creatividad y habilidades de negociación. “Lo primero que hay que pensar en cualquier discusión es cómo se quiere salir”, puntualizó.
En este contexto, el especialista enumeró los 13 puntos de conflicto que pueden afectar a toda pareja: la comunicación, los valores, cómo vive el cónyuge la profesión del otro, el poder, la familia de origen, la economía, la sexualidad, el ocio, la educación de los hijos, la salud física, quiénes ingresan al hogar, la política y las creencias religiosas.
“El 85% de los problemas conyugales parten de la comunicación. Hay que fomentar la comunicación. También necesitamos si o si tener valores en común. No se trata de poder, sino de que hay dos cabezas que gobiernan que deben ser una sola”, aconsejó Randle.
“Tenemos que saber que cuando uno se casa tiene que formar una unidad con el otro. Los dos tienen que decidir el presupuesto familiar que debería ser negociado entre ambos. Si un cónyuge ignora qué es lo más satisface al otro, está viviendo mal su matrimonio. Es absolutamente necesario que busquen ratos de ocio. Tienen que pasarla bien juntos, ser amigos”, continuó.
Por último, consideró que es de vital importancia mantener el optimismo y avanzar en la resolución de los problemas. “Cando los conflictos se resuelven, las relaciones se robustecen. Esto es una batalla de día a día, pero tenemos que entender que tenemos que ser felices. Para alcanzar esa felicidad se necesita autocontrol, escuchar, negociar, buscar la perfección del otro. Acrecentar el amor, cuidarlo”, reflexionó. Y concluyó: “Cuesta, pero hay que trabajar”.